El Espíritu Santo y las teologías de la felicidad

(28 May 2023) De vez en cuando entra en la Iglesia un ramalazo de mundanidad, no de aire fresco, cuando ha abierto las ventanas. Ocurre, en este caso, cuando se banaliza las bienaventuranzas y se las coloca a niveles de Nueva Era, tipo happyness.
Por mucha preocupación que pueda haber por los números dentro de la Iglesia, lo primero que se debe decir es que su relevancia no coincide con la cantidad de asistentes a las misas. No niego su importancia, pero sí me parece que puede rozar la vanagloria. Extrapolarlo pudiera ser como si se cuarteara una pared y se decide ponerle un friso nuevo. Si el daño tiene una causa estructural, debe corregirse las condiciones de fondo.
Dentro de una felicidad entendida de manera terrenal, afectiva y sin mayores problemas, se corre el riesgo de una predicación efectista y que, cuanto más, sume feligreses. O aspire a la aparición de grupos diversos. Lo cual no es malo, a condición de no perder la identidad. Porque en momentos de crisis, como la nuestra, la tentación de refugiarse dentro de grupos encapsulados no es lejana. Y eso es lo que puede haber detrás de las teologías de la felicidad.
Que las llamamos "teologías" en razón del tipo de discurso. Pero que, en realidad, por lo acríticas y lo que ocultan, se trata más bien ideologías. Es el producto que ofrecen los telepredicadores, de lo cual se obtiene cuantiosas ganancias. Por eso es que digo que está muy a tono con el recetario facilón que se consigue por internet. Ese que el filósofo coreano Byung Chul Han dice que hace sentir culpable y miserable a quienes no alcanzan el estado de los dioses, que es la felicidad, dentro de la mortal temporalidad. Que hace que estemos pendientes de nosotros mismos y nuestras necesidades y deseos.
Obvio que en este mundo de tanto agobio, la felicidad es una aspiración que, como diría el primer libro de teología que leí (Teología para laicos), se encuentra inserto en la naturaleza humana. O sea, que es legítimo e inevitable. El mismo Catecismo de la Iglesia lo menciona para referirse al llamado a la Bienaventuranza, que se consigue en el más allá. Y Juan Pablo II advertía, por ejemplo, que, en el caso del mejor matrimonio, esa felicidad en esta vida podía quedar ensombrecida con el dolor y la muerte, procesos propios de la dimensión biológica del ser humano.
Es cierto que la marca barroca del arte y la predicación colonial pudo resalta la fugacidad de la vida y la pasividad ante el dolor, el sufrimiento y hasta la injusticia. No se trata de idealizar planteamientos mal fundamentados, de otras épocas, so pretexto de cruces. En el Evangelio hay experiencia de Dios que lleva a la paz interior y reconciliación personal. Hay alegría evangélica, como bien recordaba el papa Pablo VI. Y Jesús dice que quiere que la alegría esté en sus discípulos de manera permanente, en los discursos de despedida del evangelio de Juan. Pero ello tiene algo de "sobrenaturalidad". Me explico. No corresponde tanto a situaciones idílicas, donde dicha plenitud resultaría lógica, sino que se da en medio de las adversidades y en la misión. Al final está ligado al amor como entrega, posible si estamos unidos a Jesús como la vid y los sarmientos.
Pero paz, alegría, plenitud no equivalen a felicidad. Por lo menos no de manera continuada e inalterable. Los macarismos, expresión que proviene del griego bíblico makarioi, se podría traducir como beato, afortunado o feliz. Se utiliza en las Bienaventuranzas (tener buena ventura o desenlace). Mas la expresión griega, que también aparece en los salmos, en Homero designa la felicidad de los inmortales, o sea, la de los dioses. El ser humano solo aspira, en Homero y en la filosofía clásica, a la Eudemonion. Para nosotros, cristianos, desmenuzar esta palabra puede llevarnos a equívocos. Pues, para los griegos antes del cristianismo, el demonion no se refiere a Satanás, sino a espíritus intermedios entre los dioses y los hombres, que le susurran a los hombres lo que está bien hacer. Así, por ejemplo, en el juicio a Sócrates, como lo relata Platón, este dice que tenía un demonion que siempre le aconsejaba hacer lo correcto. Por lo que puede también considerarse la conciencia.
Ya por aquí hay una diferencia. Los dioses griegos son felices, makarioi, en su Olimpo. Los seres humanos o reciben la felicidad de estos espíritus griegos intermedios, puesto que no la tienen, o, desde las escuelas filosóficas, los seres humanos la consiguen obrando con ética según su naturaleza propia.
Es interesante que la Biblia griega y los Evangelios utilizan la palabra que designa la felicidad de los dioses. En los salmos se aplica al ser humano afortunado (porque le ha ido bien y por su relación con Yahvé). Sin embargo, en Mateo y Lucas se hace a un grupo de seres que parecerían desgraciados: los pobres, los que sufren los que lloran, aunque también los pacíficos y los misericordiosos, como también los que tienen hambre y sed de justicia. La lectura pudiese parecer sarcástica si, sobre todo a los que están en las peores condiciones, los llamásemos "felices" o "suertudos" (bienaventurados). Pero si ubicamos a ese grupo dentro de los pobres fieles a Yahvé (los Anawih), los acentos varían. La bienaventuranza, por la que se les llama "felices", tiene que ver con la relación con Dios y con una situación dinámica de cambio. El texto no menciona que serán felices en el cielo. Solo que para Jesús son felices. En la tradición bíblica, que son objeto de las complacencias y preferencias de Dios. De la intervención de Dios. En ese sentido, a partir de la lógica del Reino que debe iniciarse, si bien no se consolida en la vida de Jesús y, por la resurrección, se abre a un futuro que está más allá de esta vida.
De tal manera que la felicidad evangélica no se equipara con estados beatíficos. Ni siquiera para las escuelas filosóficas griegas. Hay un sentido de la acción. Por lo que se debería completar la idea con una cuestión obvia. El ser humano es feliz cuando ama. Lo cual tiene sus altibajos en esta vida, si no busca su fundamento fontal en el Misterio Trinitario, por el cual es amado. Que supone procesos de purificación.
Aquí podemos enlazarlo con la mención al Espíritu Santo. Para los griegos la felicidad eudemonion tenía que ver también con "estado de ánimo". El Espíritu siempre es el Espíritu de Jesús que nos da el Padre. Es mucho más que un "estado de ánimo", pero no excluye con un estilo de relacionarnos desde una interioridad y hacia una totalidad.
No es que quiera ponerme abstracto. Pero resulta esencial incluir lo ecológico. En estos tiempos, discernir el Espíritu que nos lleva la verdad plena tiene como rasgo distintivo el amor concreto al prójimo, al cercano. Sobre todo, el más pobre. Y ello hace que se tenga que incluir obligatoriamente la casa común, el planeta donde habitamos y todos podemos estar incluídos.
Primera Comunión

(21 May 2023) Queridas Sarab y Paloma: En unos días van a hacer su Primera Comunión. Y, una vez más, es un momento especial que me lo voy a perder. De gran relevancia, como deja notar la celebración familiar, la alegría, los vestidos, la comida y la torta.
Cada historia de Primera Comunión es distinta. Mi prima, que murió el mes pasado, la hizo vestidita de monja. Era la costumbre. En lo personal no me agrada. Lo recordé cuando vi una foto de ella junto a su mamá y junto a mí, delante del pastel. Otros se lo han tomado con otra seriedad. Me comentaban que buscaron estar en oración toda la semana anterior. Tarea titánica para cualquier niño y nada recomendable. Al final quienes hacen la Primera Comunión son niños, con su mundo propio.
En mi caso la preparación fue un poco particular. Todo ocurrió en el primer apartamento que recuerdo, que era alquilado. Dos años antes vino un primo a pasar vacaciones. Estuvo yendo a la parroquia a la que pertenecíamos. Yo también lo acompañaba, aunque era un año menor. Ahí el padre Felipe, un carmelita español, pero no de la rama que su mamá conoció en Venezuela, le tomaba la lección. Al final todo consistía en memorizar respuestas a un grupo de preguntas. No recuerdo haber estado en su Primera Comunión.
El año siguiente a que la hiciera él me fui preparando en mi colegio. Tenía 8 años y estaba en tercer grado. Creo recordar que la preparación fue en las mismas clases. La maestra de clases se llamaba Graciela Castellanos, pero la catequista era Perla Fisher. Sospecho que había sido monja.
El día de las confesiones se hizo una larga cola que iba desde la capilla privada de los padres agustinos que regían el colegio hasta el patio, que se unía por un corredor que pasaba a lado de la biblioteca. Cuando la fila del patio era absorbida por el corredor, éramos succionados hasta una reja. Luego se subían unos escalones y uno entraba en la capilla de la comunidad. Parecía una maquinaria finamente aceitada. No sé cuántos sacerdotes había en esa capilla. Había unos reclinatorios y en uno de ellos me arrodillé con el temor del caso. Creo que me encontré con el sacerdote de hábito y cinturón negro, con su capucha sin cubrir y estola morada. Aunque lo que viene a mi memoria fue el encuentro con su oreja. Estaba sentado de lado. Nunca me miró, pese a que no había confesionario (con su rejilla). A escasos pies de distancia, había otros tres que también estaban en la labor de la reconciliación. Por lo que la premura de oír la confesión ajena o que los demás escucharan la de uno arruinó el momento, que ya por sí mismo produce suficientes nervios.
El catorce de mayo de 1971 creo que fue día de las madres. Mis padres me dejaron en el colegio y ahí fuimos en transporte escolar a la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, a lado del colegio Santo Tomás de Villanueva, que atendían también los agustinos. Yo llevaba un flux (creo que con chaleco) color marrón. A mi mamá siempre le gustó ser, dentro de lo clásico, original y diferente. Me parece que estaba lloviznando cuando llegamos. Adentro el ambiente se fue haciendo caluroso y húmedo.
La celebración transcurrió con normalidad. Con mucha alegría, regresamos al colegio a compartir un desayuno ¡Todo iba fenomenal! Hasta que terminó. Entonces salí de la biblioteca, que había servido comedor (solo tenía estantes de libros adosados a las paredes). En el patio, comencé a buscar a mis padres. Y no había forma de conseguirlos. Me fui angustiando y, seguramente, a imaginarme que no los iba a hallar. Así que no tenía idea de lo que iba a hacer ni qué les había pasado. Por supuesto que comencé a llorar. Con un llanto desconsolado, porque era de abandono (además que era mi primer año en el colegio y no siempre me adapté a los compañeros como hubiera querido). Alguien me prestó unas monedas (que yo recuerde ni monedas tenía) y, por fortuna, me sabía el número de teléfono de mi casa (62.81.60). El teléfono lo habían instalado hacía uno o dos años, pero ¡por supuesto! yo era el que menos lo había utilizado. En ese momento no había celulares. Entonces escuché la voz de mamá. Entre jipidos pude decirle que todo había terminado y no los había encontrado. Entonces me fueron a buscar.
La razón de su ausencia era que mi tío se había sentido mal. Se le había bajado la tensión, supondría que por el calor y el gentío), pero también porque había pasado un mal rato. Él era fotógrafo. Trabajaba como director del departamento de reproducciones de la facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela. Se desempeñaba como técnico audiovisual. Y quiso tomarme unas buenas fotos. Pero no lo hizo, pues uno de los sacerdotes organizadores había prohibido tomar fotografías a espontáneos al inicio de la misa. Todo iba a estar cargo del fotógrafo que el colegio había contratado. Sin embargo, el momento de la comunión se transformó en una "merienda de blancos" (el dicho original dice "negros", pero tiene sentido despectivo, aunque la impresión en los tiempos coloniales hubiera sido de real desorden). Y eso le sentó mal. Todo el mundo se saltó la norma, excepto él.
En lo personal nunca me ha parecido muy convincente la argumentación. Porque es como si tiraran por la borda al niño para salvar a la tripulación del naufragio, cuando el personal tiene flotadores. Lo que sí consiguieron fue ensombrecerme ese día en su narrativa, porque más allá de los recuerdos al final Jesús entró en mí… y entró con su cruz.
No sé cómo ustedes lo vayan a vivir. Deseo con fervor que sea mejor que mi día. Pero quisiera dejarles algunas pistas. Por aquello que los adultos nos ponemos prosopopéyicos en algunas ocasiones. A veces para bostezos de los más pequeños.
Lo primero a recordar es que la Comunión es relación. Así como la amistad no es una cosa que viene embotellada al vacío sin tomar en cuenta a las personas, sino la manera cómo nos encontramos con quienes identificamos como nuestros amigos. Igualmente, la relación con nuestros padres, que no es una obligación legal, sino el encuentro con las palabras, la mirada, la sonrisa, la entonación de voz, sus abrazos, sus caricias… y con sus regaños, cuando hacen falta por nuestro bien. También la Comunión es relación.
Al menos en español es muy evidente: Comunión es común-unión. Lo que hace que dos cosas estén unidas por algo que comparten ambas. Las dos franjas de un río comparten en común el puente que les une. O las distintas ramas de un árbol comparten el mismo tronco que se alimenta de raíces comunes. Claro que el caso de las personas no se trata por algo exterior. Se comparte la coincidencia de experimentar cosas en común.
Piensen en ustedes: durante nueve meses compartieron la experiencia, aunque no se acuerden, de estar una a lado de la otra dentro de mamá ¡Esto es muy lindo! ¡Las tres unidas en el amor, como un solo ser con tres corazones! Porque, si nos ponemos a pensar, durante nueve meses su mamá y ustedes dos tuvieron una experiencia de comunión bien particular. Y no puedo dejar de pensar que algo así ocurre en Dios, que es Trinidad: en Dios Padre está el Hijo y el Espíritu Santo, en una unidad única, pero diferenciándose unos de los otros sin separarse. Es lo que decimos cuando afirmamos la unidad de Dios en Tres Personas. Pues bien, comulgar es vivir de manera especial lo que ocurrió en el bautismo. Cuando nos bautizaron, nos unieron a la Trinidad a través de Jesús. En Jesús nosotros también participamos de la comunión de las Tres Personas divinas. Y eso vuelve a ocurrir, fortaleciendo e intensificándose, cuando comulgamos, compartiendo la misión de Jesús y glorificando al Padre.
Con esto estamos entrando en profundidades. Porque nuestra Fe es relacional (o sea, se basa en relaciones de comunión, porque el amor nos une). Pero es interesante e importante, porque el reto del cristiano es que esto nos transforme y nos transforme desde las cosas básicas que hacemos. Es decir, que cada cosa, por insignificante que parezca, pueda vivirse desde esa comunión, aunque no nos estemos acordando. Y ello incluye nuestros actos y decisiones.
Una de las cosas más contradictorias (y tristes) es el tema del pecado (por el cual nos confesamos). Voy a intentar aclararme. Toda la preparación que hacemos a veces se basa en la conciencia (y es verdad) de haber pecado. Por eso nos confesamos. Cuando pensamos en nuestras acciones, lo hacemos para hacer un examen de conciencia y confesar de lo que hayamos hecho mal. Pero esto que llamamos moral (teología moral) está mal planteada en la catequesis. Porque la teología moral debe ayudar a la toma de decisiones antes de actuar y no solo para hacer el examen de conciencia posterior. O sea, no puede ser como el recoge-basuras que le toca botar todos los estropicios de nuestras acciones contrarias a Dios. Lo que debería importar es tener una conciencia que sepa identificar, por lo menos en los casos donde sea posible, lo que corresponde al bien y diferenciarlo del mal.
Y ese proceso requiere de algunas referencias exteriores, pero, por otro lado, de que cada uno aprenda a identificar lo que persigue con cada comportamiento. Por ejemplo, divertirse es genial, si tengo tiempo libre y me ayuda a fortalecer las relaciones con mis amigos; pero es fatal si debo estudiar o hacer una tarea. Una ocurrencia puede ser muy graciosa, pero, si eso va a entristecer a alguien, puede que sea una mala idea. Si yo no cuido mi salud y me exijo estudiar sin descansar lo suficiente, puedo enfermarme. Y así en tantos casos. Está bien que luego caigamos en cuenta de en qué hemos pecado. Inclusive si en algún momento hemos optado por algo que realmente no está bien (el humillar a quien nos ha hecho sentir mal). Pero importa aprender a elegir. La vida es una permanente elección.
Por último ¿qué pensar de nuestra Fe cuando vemos a tantas personas con creencias de diverso tipo? Lo primero es que debe ser una vivencia. De lo contrario, será solo unas ideas entre otras muchas ideas. Lo segundo, que los demás, que tienen otras religiones, puede que también estén buscando con sinceridad y vivencia a Dios. Lo tercero (y es aquí donde hacemos una presunción, en el sentido técnico), Dios no se niega a salir al encuentro de otras personas a través de otras religiones. Pero en la Biblia y en Jesucristo se ha revelado su auténtico rostro, que consideramos que esas religiones tantean en la oscuridad.
Esto es una suposición que otros pueden considerar presuntuosa. Pero lo que queremos decir (y lo hacemos sonrojándonos) es que en Jesús (más que en el cristianismo, que a veces ha reflejado muy mal a Jesús) tenemos la medida con la que medir la autenticidad de las experiencias religiosas. Por ejemplo, una religión que crea que da gloria a Dios en base a la violencia, deja de ser auténtica y se transforma en un disfraz de las pasiones más viles del ser humano. Las que desprecia a los demás, por ser diferentes, no manifiestan a apertura para el encuentro con todos que aparece en Jesús. Esas que consideran a la mujer inferior al varón, no parece que reflejan la igualdad, compenetración y complementariedad con la mujer que vemos en la Creación y el respeto y delicadeza de Jesús y la importancia de María, su Madre. Las que no postulan el respeto por el cuidado de todos los seres vivos y la naturaleza, parecen sospechosas. Las inmisericordes, en especial con los últimos, los carentes, los que tienen alguna discapacidad o los que en llano son pobres, lucen como falsas por muchas ceremonias bonitas que puedan ofrecer y al servicio del orgullo de los privilegiados y dominadores.
Claro que al final cada quien debe ser fiel a la propia conciencia. Hasta pensamos que Dios nos juzgará en base a esta. Así que, de fondo, hay un respeto por la conciencia de cada quien. Lo que no anula la necesidad de estar en permanente búsqueda de lo que es verdadero, justo, noble. Inclusive como cristianos. De lo contrario podemos enrocarnos en nuestro propio egoísmo, vanagloria, autosuficiencia.
La Primera Comunión es más que abrir la boca y sacar la lengua. Eso lo aprendieron a hacer varios años atrás. Es encontrarnos con Alguien que da sentido a la vida, como una fuerza tan desbordante como el agua caudalosa, que salta sobre las rocas y que nada puede detener.
Deseo para ustedes la mejor Primera Comunión posible. Permítanme besarlas en la frente y darles de corazón mi bendición.
Tío Alfonso
Impresiones sobre el Sínodo alemán

(14 May 2023) Es complejo aproximarse a un evento que se desarrolla a tal distancia y en un contexto tan diferente que impide un sano uso de la imaginación. Más cuando se desarrolla en una lengua como la alemana que, si bien pudiera estudiarse, se haría por preocupaciones vernáculas a América Latina, no tanto por seguir la pista a las disquisiciones germanas.
Así que la primera intuición es la importancia de la categoría víctima en el desarrollo del Sínodo. No solo en la temática y de forma trasversal, sino porque parte cronológicamente de la revisión de la Iglesia alemana en relación con las víctimas de pederastia. Cuestión que se amplía al trato hacia las minorías sexuales y a la mujer, por ejemplo. Por supuesto que Alemania es una sociedad muy sensible a todos estos aspectos, ganada a respetar la dignidad de las personas y en la progresividad de los derechos humanos, contrastando así la etapa infame de la II Guerra mundial.
Esta especie de premisa se mantiene a todo lo considerable como "derecho humano", no solo los "clásicos" (los mencionados en la Declaración Universal), lo cual plantea problemas colaterales hasta ahora ignorados. Por ejemplo, y para no referirnos a asuntos internos de la Iglesia y la doctrina, qué tipo de relación debería darse entre mujeres y mujeres trans, que son varones en su estructura anatómica y celular, aunque hayan pasado por "reasignación de sexo", que es como se conoce la intervención quirúrgica. Más allá de su identidad (que es identidad psicológica) ¿cómo afecta las reivindicaciones de la mujer si pueden ser absorbidas por las mujeres trans? ¿cual debe ser el comportamiento a nivel de deporte, cuando la anatomía y estructura muscular de las mujeres trans es masculina?
Siguiendo con nuestras reflexiones, pareciera que la importancia de las víctimas, van en la línea de trabajos como los de Moltmann (El Dios Crucificado) y de Metz (Memoria passionis). En ellos hay una inclusión de las víctimas que implica la incorporación tanto su perspectiva como la ampliación de la Cruz, del patíbulo del Inocente por antonomasia. A ambos autores me he podido acercar indagando la importancia de las víctimas en América Latina. En especial a través de las reflexiones de Jon Sobrino. Así que, en principio, resulta legítimo ese acercamiento. Pero ¿cuáles pudieran ser las falencias?
Siempre a nivel de sospecha, creo que el primer problema surge al usar la categoría víctimas como criterio de "canonicidad" y no hermenéutico. "Canon" significa medida o regla. La hermenéutica se refiere a la interpretación que parte del horizonte cultural propio de nuestro tiempo. Ante ellas, como "canon", se ventila la veracidad y ortodoxia de cualquier postulado, por lo que habría que limpiar las doctrinas y el lastre de las prácticas seculares de antaño. Esto se haría de forma franca y pisando duro.
Si bien es cierto que el Crucificado es la Víctima que se asocia a todas las víctimas, y que todas las víctimas están asociadas a la cruz y tienen, por decirlo así, algo del Crucificado, los crucificados no son el Crucificado. Esta es la falla. Explico una obviedad: el Crucificado da sentido, aunque no sea explícito y evidente sino desde su misterio, a las cruces de las demás víctimas. Al igual que, en la atención pastoral a las víctimas, nos encontramos con el Crucificado con realidad histórica y no simbólica. Pero quien tiene la potestad de hacer rebosar de sentido las cruces históricas y los "pueblos crucificados" (expresión de Ellacuría) es el Crucificado.
En el supuesto caso que el resto de las cruces pudieran tener sentido en sí mismas, de manera pletórica, el Crucificado no sería relevante y sería un sobreañadido que aportaría redundancia, en el mejor de los casos. O si el Crucificado fuera una víctima más, encerrada en su singularidad. Pero no es así. La regula (regla o norma) está en el Crucificado, que tiene una historia con predicación, praxis y pasión por la que deciden matarlo y no solo una agonía final. Él es quien rompe la barrera de la muerte no solo para acceder de esta vida a la vida eterna, sino para que destellos de vida eterna aparezcan ya en esta vida. Siempre se trata de algún tipo de "adelanto" de la eternidad. Lo que implica que la esperanza no es exclusivamente ultraterrena. Y, por lo tanto, de justicia terrena, aunque precaria en muchos aspectos.
Si el "canon" es el Crucificado Exaltado, las referencias están en su historia transmitida por los Evangelios y la vivencia y enseñanza (tradición) de los cristianos, como Iglesia (que supone la comunión entre todos y el servicio del ministerio ordenado a la comunión), que deben recoger a las víctimas de la historia. Las víctimas sacuden la realidad y el realismo del Crucificado y obligan a tomar posición aterrizada ante ellos y desde la fe. Lo cual no implica claudicar ante el sufrimiento y la responsabilidad.
Un segundo aspecto, además de la equivocación anterior que llamo como errada "canonicidad", es la suposición que se puede hacer luz en el misterio del mal hasta conseguir hacer que desaparezca. Como si, a través de la aplicación de la realidad de las víctimas como canon de doctrina y práctica, se pudiera extinguir el mal. Una suposición que recuerda, por ejemplo, a la simpleza de Marx, que la reivindicación del proletariado significaría la superación de todos los males. O de Freud, que proponía una superación de la represión de la conciencia sobre el principio de placer (Eros) como superación humana.
El mysterium iniquitatis será siempre un misterio. Tanto en el aspecto más perverso de inversión angelical (lo demoníaco) como en las manifestaciones más monstruosas de lo que puede llegar a ser el ser humano (antropológicas). No es que se renuncie a comprender todo lo que se pueda comprender y a corregir todo lo corregible. Es que siempre va a haber un fondo terrorífico donde lo humano no es sinónimo de humanismo sino síntesis repulsiva de todo lo aborrecible. Tal advertencia, que no anula la respuesta humana ante el mal que debe frenarse, debe ayudar a desembarazarse de ingenuidades encubridoras. "El demonio, como león rugiente, va buscando a quien devorar" (1 Pe 5,8). Expresión de amplia comprensión, pues el ser humano es capaz de comportarse de forma siniestra.
Un tercer aspecto, relacionado con el anterior, es el mysterium crucis o misterio de la cruz. La tentación de Occidente y la teología occidental ha sido explicar con demasía hasta someter a formas racionales el escándalo de la cruz. Lo cual ha sido aparatoso. Por ejemplo, plantear con toda naturalidad que Jesús debía morir en la cruz para satisfacer la justicia divina. Esta deformación de san Anselmo ha estado presente en la predicación multisecular. Y pocos predicadores han mostrado intriga de cómo esta concepción de Dios podía ser compatible con el Padre que Jesús muestra en los Evangelios.
La cruz siempre será escandalosa, como siempre será revelatoria. Sin negar el camino tanto de la razón como de la praxis de la fe, llega un punto donde es imposible avanzar con razonamientos o responder con acciones. No es una renuncia anticipada, sino experiencia de la propia impotencia. Del no tener qué añadir o no saber cómo añadirlo. No por agotamiento, sino por abundancia, por lo que, diciendo lo mismo, dice más de lo que expresan las palabras. Ante esta cruz se puede huir. O renunciar negándolo. Pero la única actitud válida es la de quedarse ante la Cruz y el Crucificado (como ante las cruces de la historia), con el coraje que da la conciencia de la propia impotencia. Pero estando allí, como denuncia y sin claudicación.
La cruz no es la respuesta final. Es el preludio de la resurrección que se implica la una hacia la otra. Identificar lo que se puede hacer siempre será necesario. Ser solidarios y empáticos es una premisa ineludible. Que necesita fidelidad a la propia identidad. Pero ante el sufrimiento no siempre conseguiremos la respuesta que satisfaga todos los gustos. Por lo que ir podando la organicidad de la fe para tranquilizar conciencias o aliviar culpas, es no entender ni a la cruz ni a la Víctima y dar un flaco servicio a las víctimas. No tener todas las respuestas, es también una respuesta. Siempre que se la asuma de manera mariana, al pie de la cruz. Sino será la vuelta, también grave, a una fe palaciega, que tiene poco de fe cristiana y mucho de filosófica. Mantener una Iglesia de puertas abiertas para cualquier persona implica en aceptarla y asumirla desde su propia diferenciada realidad. Acompañarla es ya una respuesta. Y tiene más realismo que creer que cambios de fondo a la teología matrimonial, o cualquier cambio que comprometa el fondo de la teología ministerial va a resolver los dramas humanos, sea de lo vivido, sea de lo sufrido. Respetar la dignidad humana no se consigue si se reacciona doctrinalmente desde sentimientos de culpa e inferioridad por parte de la Iglesia.
Carta a Judith (sobre mi prima Margarita)
No es un Dios de muertos, sino de vivos,
porque para él todos viven
(Lc 20,38)

(07 May 2023)Querida Judith:
Se me murió una prima. Y no pude dejar de pensar en ti y tu dolor. Es distinto, en parte, porque a ti se te fue tu mamá. Pero a mí se me fue una colega tuya. Alguien que batalló, primero como médico en instituciones públicas por la salud de los otros. Luego como paciente, por la salud de ella. Como tú tuvo que ingeniárselas para canalizar sus patologías, pruebas, imágenes, diagnósticos, tratamientos y medicamentos. Como tú que, a la vez que buscabas el tratamiento para tu mamá, no pensabas en ti misma, sino en los demás, que me ayudaste a mí en conseguir lo que yo no conseguía. Cuando ya no manejaba, si tenía alguna afectación, igual venía como antes, para comprobar la evolución de mi tratamiento.
Creo que fue una profesional excepcional. Al menos, eso es lo que me han transmitido. La vida personal, la de los afectos, estuvo reducida a acompañar el lento declinar de sus padres. Y su relación con los míos. Mi tío, de contextura vigorosa, con la edad las fuerzas fueron escapando de sus músculos. De presumir una complexión excepcional, le tocó asumir la frágil realidad de los años. Mi tía, mujer de gran garbo, los años de diálisis inter diaria le permitieron sobrevivir a su marido por unos meses. Al final la enfermedad le ganó, no sin antes acumular otoños y primaveras en su haber.
Mi prima quedó sola. Con sus recuerdos y visitas sabatinas al cementerio. Con la consecuente visita a mis padres, costumbre arraigada en ellos desde que tengo uso de razón. Sin hermanos, esposo e hijos. En algún momento, en ausencia de sus padres, convenció a los míos que la acompañaran en sus aventuras. Ya me lo dijo meses atrás: manejar le encantaba. Ir a San Fernando de Apure ida por vuelta, con sus "viejos", atravesando los esteros de Camagüey, era un relato que contaba cargado de fruición. Luego, como su padre, sufrió un desprendimiento de retina. Pese al apósito de silicona que debía fijar la cicatrización y luego el lente intraocular, su vista no se llegó a recuperar. Se "entretenía" (y lamentaba) contando las burbujitas que flotaban en el humor vítreo. Para entonces las peripecias de ir a la playa o el llano se iban limitando a la posibilidad de dar la vuelta al pueblo. Pero el carro fue cien veces falsamente reparado. No pudo volver a ponerse detrás de un volante.
La muerte se llevó a mi prima. Sin aviso, aunque con muchos achaques. No fue como en tu caso, el acecho que se fue estrechando hasta reducir cualquier resistencia a la impotencia. Fuera de las múltiples patologías, de importancia, pero sin el aviso de la fatalidad, no esperaba que se me fuera tan pronto.
He podido estar en su casa. En parte pareciera que el tiempo no hubiese pasado por sus rincones. Para bien o para mal, el recuerdo de sus padres la acompañó hasta el final. Todo primorosamente en su lugar, como siempre. Las cosas conservadas como si hubiesen estado encapsuladas contra el desuso. Cada detalle es su sitio, como si mis tíos acabasen de partir. Combinación primorosa de texturas, formas y colores. Sus matitas, esas que regaba de manera asidua. Las fotos de las orquídeas que la esponjaban en satisfacción. Esas que, cuando floreaban, adornaban sus conversaciones de WhatsApp.
Me consta que se quejó. Se quejó del país, de los servicios, de las alternativas de salud. Se quejó de situaciones y personas. En oportunidades se quejó de manera cíclica. Pero, de alguna manera, resistió. No solo al COVID o a las bajadas a Caracas, a veces semanales. Tuvo soledad. Pero en su casa no vi signos de depresión. Hacía arreglos, conservas, preparaba comidas… y dibujaba en las aplicaciones de sus celulares. Alguno vetusto que otro habría desechado. En él yacen confinados las fotos de los amaneceres cuando llegaba al hospital Vargas. Pero en otros, ninguno de última generación y que había recibido de segunda mano, dibujaba. Dibujaba con la imaginación de Van Gogh o Gauguin dibujos de muchos colores. Algo así como flores, al estilo de los girasoles.
A diferencia de tu mamá, Judith, mi prima se fue de manera repentina. Sin testigos que lo presenciaran. Sin la mano familiar que hubiese sostenido su mano aun tibia. Sin el lamento de quien, a unos metros o en otra habitación, sintieran que habían llegado tarde. Pero también sin testigos de su rutina diaria Sin nadie que pueda comentar la anécdota que pasaría desapercibida a los menos cercanos. Sin los hijos que digan "mamá hacía esto" o "mamá decía aquello". No estará el comentario íntimo y bien fundado del esposo que la recuerde con nostalgia. O que diga receloso cómo se ponía cuando llegaba tarde o sus manías de mujer pulcra y perfeccionista. La rememoración que permita a los demás curvar los labios a guasa de sonrisa por aquella discusión en pretérito, tan inútil como fugaz.
Con mi prima se van sus recuerdos, que son míos, pues, aunque no los tengo ellos me pertenecen. Y los recuerdos de mis tíos, sus padres. Exhaló en la misma cama que exhaló su padre. Reposa a unos metros de donde reposan mis tíos. Quedo como el último de esos García del Moral, sin haber sido testigo de lo cotidiano.
Pensando estas cosas, querida Judith, caigo en cuenta de lo que tú sí recordarás y lo que yo no podré recordar. Caigo en cuenta de que nuestros muertos viven en nuestros recuerdos. De cuanta la razón tenían los romanos cuando se afanaban por no ser olvidados, privilegiando las tumbas a las orillas del camino. Y me paseo por las tradiciones mexicas que perviven en el pueblo mexicano, de que quien es olvidado, vive una segunda muerte. Así que, mientras viva ¡cuánto me gustaría acordarme no solo de su nombre, sino de sus hazañas y fechas, de lo anecdótico y lo irrelevante!
Me queda un consuelo: la mente de Dios. Somos eternamente recordados por Él. Y, siendo un poco medievales, diríamos que su recuerdo nos sostiene y otorga existencia. Somos alguien para Dios y no solo una combinación molecular que caduca en el tiempo. No somos ni simple nombre ni un número de identificación. Somos historia. Esa que nos ha constituido (con sus caídas y levantadas), y que está presente para Dios, quien la sostiene y enriquece con su misericordia.
Que al recordarles nos unamos a la mente de Dios, para quien todos viven y podamos permanecer en Él y con ellos en comunión. Hasta el encuentro definitivo donde la memoria solo podrá conjugar los verbos en presente.
Naciones Unidas adopta resolución sobre la Economía Social y Solidaria, como el cooperativismo

(23 Abr 2023)Este 19 de abril pasado, Naciones Unidas adoptó la resolución propuesta el 27 de marzo por quince países: Bélica, Canadá, Colombia, Costa Rica, Chile, República Dominicana, Guinea Ecuatorial, Francia, Hungría, Italia, Luxemburgo, Marruecos, Senegal, Eslovenia y España. Se trata de la A/77/L. 60: Promoting the social and solidarity economy for sustainable development. "Promoviendo la economía social y solidaria para un desarrollo sustentable" sería la traducción, pues no está en español. Luego de aludir a acuerdos anteriores, pasa a justificar el texto a través de "reconociendos" para, así, "exhortar" (encourages, que puede ser "animar", "motivar") a asumir normativas y políticas concretas:
- Promover e implementar políticas, estrategias y programas, tanto a nivel local como nacional e internacional, para apoyar y mejorar modelos de economía social y solidaria para una economía sustentable y desarrollo social, según las circunstancias. Ello incluye, por ejemplo, la consideración de cómo deba manejarse el asunto de los impuestos para los agentes económicos que apliquen un modelo de economía social y solidaria, con objetivos sustentables, como lo son las cooperativas.
- Exhortar tanto a las Naciones Unidas como a las Misiones de esta en los diversos países para incentivar dichos modelos económicos.
- Exhortar a los organismos multilaterales y bancos a dotar de apoyo financiero a dichas iniciativas.
- Finalmente, se requiere al Secretario General y demás agencias e instancias de Naciones Unidas a que, con los debidos recursos, puedan hacer un seguimiento a la aplicación de esta resolución.
Dicha resolución incluye, dentro de lo que es Economía Social y Solidaria, iniciativas como el cooperativismo. Demás está en recordar la fortaleza del movimiento cooperativista en el estado Lara, orgullo no solo de los paisanos, sino de todo el país. Así que, con esta decisión, se alinea esta forma de organización con la Agenda de Naciones Unidas con Objetivos sustentables para el presente milenio.
El movimiento cooperativista en Venezuela tuvo un gran impulso facilitado por la Compañía de Jesús, el padre José María Echeverría, a partir de los años sesenta. Si bien también intervino el sacerdote diocesano José Elías Thielen, el primero contó con el respaldo y difusión de los jesuitas como colectivo. El mismo superior general de los jesuitas en 1999, P. Peter Hans Kovenbach, resaltaba la metodología de difusión sencilla y profunda del P. Echeverría: tocaba qué era una cooperativa, los valores que estaban presentes hasta una formación sencilla y práctica de contabilidad.
El P. Dorremochea animó la formación de cooperativas en Caracas y Miranda, y luego en Barquisimeto, que se fueron conformando en la Central de Cooperativas de Venezuela. El P. Micheo, también en el estado Lara, incentivó la creación de cooperativas de café, de tanta trascendencia, por ejemplo, en las que se han encontrado por Villanueva.
El Prof. Nelson Freites, que se doctoró con un trabajo de investigación sobre el cooperativismo en Lara, en una comunicación personal afirmaba de la importancia de Mons. Críspulo Benítez para traer el cooperativismo al estado Lara. Esta forma de organización supuso una alternativa de reivindicación social y organización que aspiraba a mejores condiciones de vida, en contraste con los movimientos guerrilleros de los años sesenta, con planteamientos más centrados en la toma del poder.
Naciones Unidas apuntala esta forma de economía que, por un lado, supone una apuesta diversa a las formas liberales. Pero, por otra, se distingue de la estatalización propuesta por alguna izquierda y extrema izquierda.
Si bien se afirma que en la economía capitalista el empresario busca maximizar las ganancias en detrimento del trabajador, habría que hacer algunas matizaciones. Es cierto que en oportunidades las empresas crean situaciones de mercado en las que hay que comprar bienes y servicios en términos controlados por ellos. Esto es particularmente cierto cuando participa un Estado como alcahueta. Pero, cuando se da una masificación del consumo, la globalización y con las nuevas tecnologías, hay establecimientos en el primer mundo que ofrecen productos "a precio de gallina flaca", para alegría de los compradores ¿Cómo se consigue este milagro? Al menos de dos maneras (si el producto o servicio es de calidad): u ofreciendo salarios injustos a los trabajadores o estableciendo las factorías en regiones tan recónditas como Bangladesh. Hay ropa muy buscada en España, que sería la envidia para cualquier venezolano, cuyos precios son tales porque no se producen en España. Y las condiciones de Bangladesh pueden parecer ventajosas para quienes trabajan allí, con la pregunta de si se trata de explotación que se aprovecha de las condiciones de países del tercer mundo. En conclusión, tanto empleadores como consumidores están de acuerdo en precios ventajosos… a costillas del trabajador. Es la receta de China.
Pero en el otro extremo está el capitalismo de Estado, es decir, donde el Estado es el único dueño (o a eso tiende) de los medios de producción (tierras, fábricas, etc.). Si bien puede intentar justificarse de varias maneras, el socialismo clásico y más aun el comunismo lo justifica como la abolición de la propiedad privada y el reparto equitativo de la riqueza. Esta propuesta no consigue un mundo más justo, pues si bien se afirma que la propiedad es colectiva (o del proletariado), al final quienes controlan el sistema político son amos y señores de todo. Si el marco jurídico no favorece la iniciativa personal, termina blindando la toma de decisiones de quienes están en el poder. Porque bajo la bandera de la justicia y la igualdad ha habido una aspiración de hacerse con el poder. Una vez que se ha conseguido, toda decisión se toma, en primer lugar, para mantener y perpetuarse en el poder. Y es en segundo lugar que se intenta poner en práctica lo que se anunciaba, con la salvedad que la realidad es mucho más obstinada de lo que las promesas creían y no todas las decisiones son favorables para mantener el poder, o controlarlo de quienes aspiran al mismo dentro de sistemas de partido único. Lenin colectivizó el campo en lo que se llamaba la Unión Soviética y, cuando vio el efecto que esto traía sobre la disposición de alimentos, dio marcha atrás. Pero Stalin eliminó la "competencia" del trotskismo a sangre y fuego. Y Mao Zedong (Mao Tse Tung) hundió a China en el hambre con la Revolución Cultural, capricho que mantuvo solo para mantenerse como el "líder máximo".
El cooperativismo tiene varias ventajas que, es seguro, alguno involucrado en el movimiento precisaría mejor que yo. Uno de tantos es lo aterrizado: se basa en proyectos y decisiones que se ejecutan, evalúan, corrigen y mejoran. Los socios sienten que la cooperativa les pertenece. Participan en la deliberación y toma de decisiones. Y, siendo una forma de resolver cuestiones económicas, no cabalgan sobre esta para promover el ascenso al poder político ni imponerse sobre todo el mundo, que son objetivos ajenos a lo que se proponen.
Aclaro que tampoco el cooperativismo es la panacea para todos los males. Además de otras formas de organización económica que sean sociales y solidarias (pueden ser las empresas familiares con claridad de objetivos), hay actividades económicas que pueden estar en manos del Estado por razones estratégicas y, por supuesto, en manos privadas por razones prácticas. El problema del Estado es que no siempre es tan eficiente, puede usar de las actividades económicas para el clientelismo político y populismo o puede ser irresponsable del impacto sobre el medio ambiente, más si no hay contrapeso en los poderes públicos.
La iniciativa privada, sobre todo a nivel de grandes empresas (también hay pequeñas y medianas iniciativas) puede ser más eficaz, sobre todo en la toma de decisiones y disposición de recursos. La lógica de maximizar las ganancias puede suponer la tentación de abusar tanto del trabajador como de los clientes. Lo cual no significa que siempre ocurra (repito: no toda empresa en un gigante que compra voluntades políticas). La automatización y robotización es una tentación, pues una máquina protesta menos y tiene menos riesgos de accidentes laborales. Y no siempre pueden estar tan pendientes del desarrollo sostenible. Algunos los hay con avidez por el dinero, otros los hay sabiendo que una decisión equivocada supone pérdidas millonarias que deben prevenir. En estos casos, la actividad privada es una fuente suculenta para la recaudación por impuestos, esencial para el funcionamiento del Estado en la mayoría de los países en el mundo.
En cuanto a la Iglesia, tras la crisis de la burbuja financiera (2007) y sin levantar cabeza, el papa Benedicto XVI aludió la importancia de las cooperativas tanto en el 2005 como en el 2012. El papa Francisco lo ha mencionado en varias oportunidades, particularmente en el 2015.
La Iglesia ha apoyado e incentivado el cooperativismo desde el siglo XIX. Lo recordaba el papa Francisco. Y, en el 2015, invitaba al movimiento cooperativista en todo el mundo a salir en búsqueda de nuevos desafíos, sin perder la esencia del cooperativismo. Por ejemplo, cómo debía ser una auténtica cooperativa en un mundo globalizado. O también considerar la importancia de capital (el dinero), que debe estar al servicio de la cooperativa y no al revés, pues se transformaría en "el estiércol del diablo" (Basilio de Cesarea).
Vivimos tiempos particulares. En otros tiempos parecía que la realidad limitaba la capacidad de innovación del ser humano. En estos momentos, con la automatización, robotización e Inteligencia Artificial, pareciera que los límites de lo posible se han expandido de manera desorbitada. El ser humano quizás deba autolimitarse por razones tan sencillas como la ética: no todo progreso en estos momentos puede ser bueno, aunque se tenga la inventiva y los medios para innovar. Los nuevos procesos industriales, en base a "máquinas inteligentes", donde las posibilidades de siniestros laborales son cada vez menores, la cantidad de personas desempleadas podría incrementarse de manera exponencial. Asumir un estilo menos acelerado y, sin negar la importancia, eficaz, puede implicar el que nos consigamos con un mundo donde valga la pena vivir. Y esto, además de los Objetivos sostenibles de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, también puede ser un aporte de una economía que funcione desde las valiosas experiencias del cooperativismo.
Una vez más, lo racional y ético es preguntarse sobre qué es lo mejor para la humanidad y no solo por lo que es factible. Nadie discutiría, echando a volar la imaginación, que la colonización de marte se vería facilitada por las nuevas técnicas que construyeran ciudades y procesaran materiales mucho antes de la llegada de hombres y mujeres. Por lo que cualquiera de estas tecnologías resultaría idónea. Pero, para el planeta tierra y los Objetivos del Milenio, la labor del ser humano es clave y las formas de economía social y solidaria, como las cooperativas, resultan imprescindibles.
FUENTES:
Discurso del Santo Padre Francisco a los representantes de la Confederación Italiana De Cooperativas (Sábado 28 de febrero de 2015)
Eduardo Matute, "Los Jesuitas y las cooperativas en Venezuela"
UN, Promoting the social and solidarity economy for sustainable development
El Resucitado es el Crucificado

(09 Abr 2023) Tan fatal es separar la Crucifixión de la Resurrección, como la Resurrección de la Crucifixión. Si la primera tendencia era propia de los años anteriores al concilio Vaticano II, en el mundo católico, la segunda quiso imponerse luego del concilio como una recuperación de la olvidada resurrección.
Ello conllevó a un nuevo clima espiritual, muy crítico de lo anterior que, como contraparte, queriendo subrayar la alegría pascual, se olvidaba del misterio de la Cruz. Resulta curioso que, habiendo abierto las ventanas de la Iglesia al mundo, el postconcilio percibiera "las alegrías y esperanzas", más no "las tristezas y las angustias", frase con la que comienza la Constitución Pastoral de la Iglesia sobre el mundo actual, la Gaudium et spes.
Todas las prácticas de mortificación y abnegación se pusieron en "pause", como cuestiones desfasadas y anacrónicas, propias de otros tiempos abanderados por el dolorismo y la desconfianza en la naturaleza humana. Es cierto que hubo exageraciones y la visión dualista y antagónica entre cuerpo y alma (la categoría "carne" pudiese representar, en la tradición espiritual, como la tendencia pecaminosa que hay en la totalidad del ser humano y no la simpleza de considerar el término equivalente a la biología humana, el "cuerpo"). Pero de ahí a la ingenuidad de actuar como si fuésemos "cuerpos resucitados" o ángeles, como advertía santa Teresa para hablar de la oración, hay un trecho. Se debe evitar contraposiciones impropias de la Revelación, pues de esto a totalidades transformadas por la resurrección, hay mucho trecho.
Me surge la pregunta sobre cuánto pudo esta concepción, que de manera fácil permite caer en laxismos, haber facilitado todos los episodios de abusos de menores por parte del clero. Benedicto XVI identifica el momento con la revolución sexual y las manifestaciones contraculturales iniciados con el Mayo francés de 1968. No lo explica como esperaría, por lo que mi suposición sería considerar, más que un problema de mortificación (que mal llevada pudiera llevar a mecanismos inconscientes de represión de deseos, que luego se desborden), que para el Papa el problema radicaría en un vacío para afrontar tendencias de ese tipo (antes que actos consumados) en diálogo espiritual y realista con confesores y directores espirituales en los seminarios. O en orientaciones permisivas de parte de estos.
En esto yo partiría de una premisa no probada, por lo tanto, que debería formularse como hipótesis de trabajo, si por alguna razón la falta de eficaces filtros en la selección vocacional, con la ausencia o carencia de intervención profesional psicológica, pudo permitir el ingreso de personas con tendencias a patologías psicológicas. Francisco, con tino, pone los acentos en la patología del clericalismo que, por supuesto, implica el abuso de poder y la impunidad para los clérigos. Dicha patología alude a distorsiones psicopáticas del poder, que recordaría a Adler, pero también con distorsiones en la eclesialidad y comunión, con el alejamiento de la fraternidad y del ministerio como servicio.
Regresando a la relación olvidada entre crucifixión y resurrección, con sano realismo, en América Latina se camina a contracorriente. De hecho, en Medellín (1968) resuena con nitidez "las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren" (GS 1). Ello conduce a considerar dimensiones sociales y estructurales del pecado que, si se mal entiende, diluiría la importancia de la conversión personal. Un enfoque marxista más que sociológico hizo que existiera el riesgo de considerar que el cambio personal se daría si había antes un cambio social. Como si el ser humano fuese el producto final de las estructuras sociales. Lo adverso, que bien pensado se pudo asumir como el encuentro con el "antirreino" (Jon Sobrino), pudo mal amalgamarse con una "mística" de la revolución. En tal caso pareciera fácil plantear las exigencias de la cruz ligadas a la lucha social, restando importancia otras dimensiones de la persona.
Ante la consideración del dilema o Crucificado o Resucitado, o de las reducciones asolo lo social del Crucificado, habría que conservar el testimonio reflejado en el Nuevo Testamento cuando anuncia que el Crucificado ha resucitado. Dos aspectos inseparables del Misterio Pascual donde, por una parte, se plantea la identidad (el Crucificado es el Resucitado y viceversa), como la distinción de ambas que se iluminan mutuamente: la Resurrección ilumina la Cruz, y la Cruz aclara la Resurrección.
La experiencia del Resucitado se da en medio de las cruces de la historia y el riesgo de ambigüedad humana. Para considerarlo en otros términos, no solo en ocasiones espero ser redimido como víctima, sino que existe la posibilidad de tener que ser redimido como victimario. Al final tanto redención como reconciliación exigen la justicia, pues sino se caricaturiza la experiencia espiritual y se reduce el drama de la cruz a una puesta en escena patética (en el sentido teatral).
Vivir como resucitados (Ellacuría) implica asumir la cruz con actitud de resurrección. Cruz que no son los achaques que cualquiera puede padecer, sino el precio de rechazo y oposición que conlleva la fidelidad al Evangelio. Tiene que ver con la apuesta por estar con los más pobres y los que sufren Con aquellos que son víctimas de violaciones a sus derechos humanos. Considerar que la resurrección es real no solo en la vida eterna, sino como adelanto temporal en condiciones de vida digna para los seres humanos y los seguidores de Jesús. Sin negar la dimensión mística, presente, por ejemplo, en la vida del cardenal vietnamita François Xavier Van Thuân.
Cuenta el Cardenal en sus memorias como, durante esos 13 años aprisionado en su país, soportando sufrimientos y torturas, en un ambiente infrahumano y donde los prisioneros maldecían los cielos, hubo una paz que lo acompañó siempre. Es el misterio de la Resurrección.
Semana Santa: entre la indiferencia y el ritualismo

(01 Abr 2023) Mientras que años atrás las ciudades se vaciaban y las playas se abarrotaban, la asistencia a los templos resultaba abrumadora. Si, por un lado, los temporadistas recibían las más considerables críticas por parte de los devotos, queda la pregunta si esa era la única amenaza para la Semana mayor.
Las creencias rurales de antaño aseguraban que, si alguien se bañaba un Viernes Santo, se convertiría en pescado. Hacer trabajos con martillo era estar crucificando al Señor. Sin embargo, en la medida en que las hojas de los calendarios eran arrancadas, las trasgresiones fueron desmontando los mitos. Si habían servido para proteger las prácticas religiosas, tales prácticas ya estaban desprotegidas.
En un mundo (occidental) menos cristiano, con cantidad de objeciones a lo tradicional y marcado por otras búsquedas, las espiritualidades no cristianas fueron ganando cancha. Propuestas de New Age y consumo desenfrenado de sensaciones y emociones de fueron sustitutivos adulterados. En un mundo que renuncia a la verdad, la reducción de la experiencia de fe al simple ritualismo se produce como en un plano inclinado.
Otra faceta es el intimismo. Tanto en su versión tradicional como desviación cristiana como en la legitimación de cualquier cosa. Si te hace feliz, hazlo, sin preguntas ligadas a la bondad y a la legitimidad moral.
Asentado como en cuadros folklóricos y costumbristas, lo ritualista tiene su versión en las entradas de los templos. En Semana Santa se instalan puestos de yerbateros, proveedores de esfinges de próceres y personales míticos, variedad de inciensos y pócimas. Mientras que la contrapartida recorre sistemáticamente las naves de las iglesias, se detienen santo por santo, repitiendo, musitan de manera mecánica fórmulas prodigiosas, con capacidades para resolver parte de esta vida y de otras sucesivas, si la reencarnación existiera ¿Qué diferencia hay entre lo primero, asentado a la entrada, y el segundo, estampita en mano? ¿Solo que uno está permitido y el otro no? ¿No se corre el riesgo de dar la impresión de que la autoridad religiosa tiene un poder autorreferencial a lo que quiera imponerle a los demás? ¿no pudiera reforzar la equivocación de considerar que la esencia de lo litúrgico se encuentra en la observancia asfixiante, meticulosa, neurótica y supersticiosa de lo ritual? ¿Acaso no podría parecer que se afirmase que el automatismo escrupuloso tiene una eficacia mágica en si mismo y no tanto sacramental y, por lo tanto, referido a Jesús? ¿No podría desplazar la eficacia sacramental (el ex opere operato) a una especie de "fuerza" inyectada por la mente creyente sobre cualquier cosa que a una persona se le pudiera ocurrir?
Se debe retomar que lo litúrgico es profundamente simbólico, por lo tanto no hace referencia a sí mismo. Además, que lo simbólico está inserto en la trama de los ritos, como las palabras lo están en las oraciones. Pero habría que considerar que lo simbólico corresponde a la necesidad de comunicación que tiene el ser humano en relación con lo arcano. Que puede ser no solo lo religioso, sino el asombro ante la vida, el amor, la fecundidad, el dolor, la alegría, el abismo de la muerte y de la injusticia…
Lo que la psicología profunda plantea, como forma de comunicar lo inefable, consigue correspondencia en la antropología. Los mitos pueden reflejar el estadio religioso de una sociedad, más si esta es de la antigüedad. Pero también reflejan la trama humana Freud y Jung terminan demostrando que esa dimensión sigue presente en el subconsciente de las personas contemporáneas. Basta recordar al rey Edipo y la forma como retrata, según Freud, una etapa de la relación entre la madre y el niño varón. Parte de la huida contemporánea del racionalismo se ha hecho, con muy poca reflexión, corriendo hacia el terreno de lo simbólico, pero sin lucidez expresiva y, por lo tanto, con ambigüedad.
Lo simbólico está presente en el arte, la poesía, el cine, la literatura, la música. En ocasiones el ser humano contemporáneo identifica en lo simbólico lo que quiere decir, lo que está embojotado de emociones. Lo simbólico se transforma en la manera de decir aquello que está quemando por dentro.
Dentro del mismo discurso teológico los símbolos tienen cabida. En ocasiones pueden expresar unidad de fondo entre imágenes opuestas, tal como se da en la mística. Está la "soledad sonora" de san Juan de la Cruz o el "relámpago tenebroso" del seudo Dionisio. Santa Teresa se le ocurre abismarse con "el beso de sus labios" del Cantar de los Cantares, para considerar la experiencia transformadora del encuentro con el Señor. O la "llaga regalada, que tiernamente hieres" de la Llama de san Juan de la Cruz.
Retrayéndonos al primer siglo, sin contar con muchas fuentes pero con suficientes conjeturas, la liturgia cristiana se fue desarrollando a la sombra de la liturgia judía de la sinagoga. La estructura centrada en la lectura de la Escritura se había generado durante el exilio de Babilonia, a falta de poder ofrecer los sacrificios en el Templo de Jerusalén, inexistente luego de su destrucción. Y desde entonces ha perdurado, aún en paralelo con el Templo en tiempos de Jesús.
Sacramentos como el Bautismo y la Eucaristía tienen unos núcleos "rudos" que se remontan a Jesús y los primeros años de la Iglesia. En la Última Cena tenemos las palabras de la institución sobre el pan y el vino. Luego la escolástica se analizará lo que ocurre en los sacramentos, como en la Eucaristía, partiendo de categorías metafísicas. Y esa forma de proceder se aplicará incluso al Bautismo como al resto de los sacramentos, estos últimos con alusiones presentes, pero menos explícitas, en la Escritura.
La genialidad de los padres de la Iglesia, como los Capadocios, fue la de revestir la estructura celebrativa heredada del judaísmo y sobreviviente durante el Imperio Romano. Es el caso de la trama celebrativa de la celebración de la Eucaristía. La riqueza simbólica que la acompaña sirve para expresar su contenido teológico, o para introducir a la comunidad en la celebración de los misterios cristianos. Hubo elementos extraños que se colaron más adelante, una vez que el cristianismo se hace la religión oficial del Imperio. Las vestiduras sacerdotales es un caso, que están tan naturalizadas que nadie supondría que tienen que ver con los sacerdotes paganos del Imperio. Nada de esto es esencial a los sacramentos, pero forman parte del lenguaje común tanto para la Iglesia occidental como para la oriental.
La estructura simbólica en que se mueve la celebración tiene referencia, tanto en símbolos como en gestos y palabras, a la Escritura. Quien tenga una cultura bíblica suficiente puede reconocer fragmentos del Evangelio ("Señor, no soy digno de que entres en mi casa…" de Mt 8,8), de Isaías ("Santo, Santo, Santo" en Is 6,3) y sucesivamente. El uso del vino, del pan, del agua, la luz, el fuego son experiencias sensoriales de lo contenido en la Palabra de Dios y acontecido en la Historia de la Salvación. Lo cual no niega, sino que complementa el sentido vivencial de los símbolos, como expresión, por ejemplo, del amor nupcial entre un hombre y una mujer, el asombro ante un nuevo nacimiento, la dignidad mancillada del trabajo humano, las penas, las alegrías, los dolores…
De forma muy curiosa el filósofo coreano Byung-Chul Han, radicado en Alemania, reivindica el sentido de lo simbólico como estructurador de la comunidad y que dota del sentido de pertenencia. No solo lo simbólico y ritual va a contrapelo de por donde va drenando el devenir humano, sino que hace de antídoto contra la soledad, que hunde y coloca en situación de indefensión a la condición humana.
De tal manera que la trama de lo simbólico y lo ritual (que realizan los individuos concretos en comunidad -los sacerdotes-, pero que no está a merced de sus ocurrencias), tiene como correspondencia la presencia y acción misteriosa de Dios en la asamblea cristiana. Cuestión que lleva a recordar que nos referimos a la presencia de Jesús, a través del cual Dios Padre se hace presente y se nos dona el Espíritu Santo, principio de toda gracia, inclusive las sanadoras y restauradoras.
Si se entiende lo ritual y simbólico en referencia con el misterio de Cristo, que es el Sacramento de Salvación, todo va adquiriendo trabazón. El criterio para asumir unos símbolos y rituales no son por una concesión legal, sino por su relación con el Dios revelado y su plan de salvación. Lo que obliga a entender lo simbólico como un sistema abierto, porque, excepto que se contradiga, debe incorporar, aunque sea de forma implícita pero no tácita, "los gozos y las alegrías, las tristezas y las angustias" (GS 1), que incluye toda la dinámica social con sus conflictos.
El lenguaje de la gente más sencilla es simbólico. Por lo que, si se respeta los códigos de comunicación, la evangelización puede fluir maravillosamente. No funciona si se renuncia a este y a lo experiencial para pretender una intervención solo doctrinal, por muy aséptica que quieran ser en las intenciones. La Semana Santa, además de ser una oportunidad única por la carga de símbolos y ritos que están presentes, es una ocasión clave para mostrar y experienciar el núcleo de la fe: Jesús muerto y resucitado, esperanza para los que crean en él.
El uso poco ortodoxo de la Ortodoxia

(26 Mar 2023) El lunes 24 de marzo de 1980 era asesinado Mons. Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador. Al día siguiente era la solemnidad de la Anunciación o la Encarnación del Señor. Los disparos del sicario buscaban dar fin a una etapa muy conflictiva en la historia de este pueblo. Lo que desató su muerte fue la renuncia a un camino para superar la injusticia estructural y abrió el de la subversión armada. Lo que siguió, por números, habría que catalogarlo de guerra civil. Recuerdo haber leído que las fuerzas armadas tenían unos 40 mil funcionarios, mientras la guerrilla contaba con 60 mil hombres. Este desequilibrio era compensado por el apoyo logístico norteamericano al ejército salvadoreño. La masacre de los jesuitas en la Universidad de Centroamérica del 16 de noviembre de 1989, entre quienes estaba Ignacio Ellacuría, antecedió los diálogos que desembocaron en el Acuerdo de Paz de Chapultepec, del 16 de enero de 1992.
Sin embargo, lo que resulta curioso no es tanto el dramático conflicto, una vez estallada la guerra. Tampoco, por repulsivo que sea, la acción del Estado en contra de campesinos y de sacerdotes y catequistas, con pretexto de neutralizar la insurgencia comunista. Lo que llama la atención con más fuerza aun fue la posición de prelados de la Iglesia en contra de Mons. Romero, pese a lo que estaba pasando. De forma pública y notoria, tanto el nuncio y su secretario como obispos de otras diócesis no solo marcaron distancia, sino que se opusieron. Y esto en paralelo, pues monseñor recibió apoyo externo e, inclusive, pese a lo delicado de todo, del papa Pablo VI y de Juan Pablo II. Porque los papas terminan dependiendo de los informes que reciban por diversos canales, en especial las nunciaturas.
Este contexto permite entender unas reflexiones bastante audaces de Ignacio Ellacuría. Este sacerdote jesuita, filósofo y teólogo, que fue varias veces rector de la universidad, tiene un escrito en el que señala y alerta sobre la factibilidad de usar la ortodoxia (es decir, enunciados de la fe perfectamente apegados a la Revelación, la Tradición y la enseñanza del Papa y los obispos) para justificar prácticas de la Iglesia (praxis de la Iglesia en regiones determinadas) que favorecen la conservación de estructuras sociales injustas, que benefician solo a algunos (ligados al poder político o económico), en contra de las mayorías (el pueblo). Al final lo que el jesuita advertía era sobre la posibilidad de transformar la ortodoxia en formas de justificación ideológica del orden social, sin importar ni la justicia ni el bien común.
Ante el silencio del gobierno salvadoreño para esclarecer el asesinato del padre Rutilio Grande y compañeros, monseñor decide la celebración de una misa única el 20 de marzo de 1977. Considero que era un signo de comunión de la Iglesia local con su pastor ante el silencio del gobierno. Días antes quiso comunicarlo a la nunciatura, por tacto eclesial. El secretario del Nuncio, pues este no estaba, con fina diplomacia elogió las intenciones del obispo pero, subrayó, por encima de todo debía cumplirse con algo que superior a la situación: el Código de Derecho Canónico (las leyes de la Iglesia). Su razonamiento es que no podía impedirse a la gente de asistir a la misa, cuando estaban obligados a hacer bajo pena de pecado. Con serena entereza Mons. Romero se despidió y salió de la Nunciatura, mientras el teólogo Jon Sobrino apenas podía contener su indignación (descomposición anímica poco común en Jon). "Es que no entienden", fue la respuesta que le dio monseñor.
Por supuesto que esto no es la primera vez. Solo que parece mucho más evidente y escandaloso. Por necesidad o conveniencia, lo religioso quiso aprovecharlo el emperador Constantino, el primero en decretar la paz a los cristianos y luego hacer del cristianismo la religión del Estado. En la edad Media es más complicado de separar, pues, en principio, las sociedades querían regirse por parámetros religiosos. Igual los reyes quisieron conservar el poder de intervenir en el nombramiento de los obispos, lo que hizo que, para contrarrestar, en occidente (Europa) se reforzara el poder central del Papa (que busca corregir el actual camino sinodal).
Entre evangelización y control social transcurrió la conquista y colonización de América. Si, por un lado, algunos buscaban hacer de la religión el mortero que fijara el sistema de "castas" y dominio de la pirámide social, hubo otros que cuestionaron formas de relaciones contrarias a la Fe. Por ejemplo, la predicación de adviento de Fr. Montesinos, en La Española, o la defensa de los indígenas del padre Vitoria, en España, y Fr. Bartolomé de las Casas, en ambos mundos. En más de una oportunidad los reinos o estados buscaron hacer una iglesia nacionalista, que respondiera a sus propios intereses. Estuvo el intento de una iglesia galicana, separada de Roma, en Francia y en Brasil, por señalar dos países, como la Iglesia oficial en China, sumisa al Partido comunista.
Pero además de estos ejemplos groseros y evidentes puede haber prácticas mimetizadas. Por ejemplo, una Iglesia particular pudiese centrar todo su esfuerzo en difundir la Adoración al Santísimo Sacramento del altar, y omitir las contradicciones morales con las que pueden actuar los cristianos a nivel social. Se puede afirmar que Jesús se encuentra en Cuerpo y Alma, Humanidad y Divinidad en el Santísimo Sacramento, y dejar a un lado su presencia en el Cuerpo de la Iglesia (por ejemplo, la comunión con el Papa en el proceso sinodal que se está viviendo) y su presencia sufriente entre las víctimas y los más necesitados. La iglesia local pudiese presentarse como buscando la gloria de Dios de manera intimista y descuidar una predicación que pudiese traer como consecuencias, por decir, una menor recaudación para el Seminario o ciertas obras. O cuando los exámenes de conciencia escudriñan el campo de lo privado y, sin embargo, deja colar la responsabilidad social.
Esta advertencia puede entenderse mejor, quizás, si se recuerdan las palabras de Benedicto XVI que ha repetido el papa Francisco: la Iglesia no anuncia una doctrina sino una persona. El encuentro con esa persona, Jesús de Nazaret, es lo que transforma. Ello implica discernir su presencia y voluntad y estar dispuestos a seguirlo.
Bien se puede acotar que esa situación no parece ser la de la Iglesia venezolana en la actualidad. Al menos en términos generales. Pero la reflexión de Ellacuría y las tensiones entre Mons. Romero y el Nuncio y la conferencia episcopal salvadoreña de entonces, permite intentar estar advertido ante esta sutil tentación: organizar la ortodoxia para mantener órdenes sociales cuestionables, en vez de hacerlo para buscar dar gloria a Dios y que este mundo se parezca un poco más al querido por Él. Lo que llamamos su Reino.
El peligro de mundos paralelos

(19 Mar 2023) La evasión es un mecanismo de defensa del todo razonable. Lo que no signifique que también sea peligroso. Ante la exposición al dolor extremo, es una forma de proteger la psiquis. Esto es particularmente útil dentro de coyunturas concretas, donde la evasión pudiera acercarse a la negación con el objetivo de proteger la integridad mental de la persona.
Recuerdo un tío mío, paramédico él, que tuvo que socorrer a su hijo. Este se había caído desde unos tres metros de altura sobre unos zarzales. La exploración entre unas ruinas acabó con una inmovilización del tronco, por fisura de vértebra. En el momento del accidente, cuando se podía pensar en una fractura y una incapacitación de por vida, mi tío actuó con estremecedora parsimonia. Solo después de que partió la ambulancia, ante el llanto y los gritos de mi tía, cayó en cuenta de que había estado atendiendo a su hijo (con la conciencia culposa).
Si bien la evasión (y negación) permitió a mi tío salirle el paso a la situación, su prolongación hubiese sido perjudicial. Es cierto que muchas vivencias nos sobrepasan a la hora de afrontarlas. Pero la movilización de recursos y habilidades se hace necesaria, por pequeños que sean los movimientos. Igual que la creación de alianzas o la búsqueda de apoyo en los demás. O sea, no porque algo no tenga solución inmediata significa que se puede vivir desde la evasión paralizante.
En términos sociales Marx cuestionó a lo religioso como "alienante". Según él, ya que evitaba la toma de conciencia y la superación de lo injusto (que es algo más complejo en Marx y su sistema de pensamiento). Max Weber, en cambio, consideraba que lo religioso había sido un factor clave, con unos valores implícitos, para que surgiera el capitalismo como organización social con un desempeño económico admirable (que él consideraba mejor alternativa que el socialismo). Pero sea la evasión psicológica, como la plantea la psicología comenzando por Freud, o la advertencia de Marx en cuanto a la alienación (que no debe asumirse como taxativa ante todo lo religioso), conviene tenerlo a la vista.
Pareciera que la parte más visible del cristianismo, particularmente el ortodoxo y el católico, se ha centrado en lo litúrgico. Con rapidez nuestra imaginación vuela al considerar a los sacerdotes con sus ornamentos en misa como los máximos representantes del cristianismo. Con sus excepciones. Al menos también están las religiosas, asociadas con obras de caridad, educación o asistenciales. Pero lo habitual es que ocupen espacios de culto. Cuestión esta preocupante porque, si bien el imaginario es así, la vida cristiana es más amplia. Las responsabilidades de los presbíteros no son solo las sacerdotales. Y buenos cristianos también los hay sin "uniformes".
En tiempos de tanto dolor y frustración, la Liturgia no puede ser un mundo paralelo. Algo como si fuera una experiencia iniciática para los griegos en el santuario de Eleusis. Parecido a ingresar en el otro mundo, por muy apreciadas que sean estas comparaciones en alguna ocasión.
La Liturgia está conformada por palabras y ritos, pero el lenguaje de los ritos son los símbolos. Inclusive los núcleos "duros" de los sacramentos tienen una estructura simbólica (un elemento visible y sensible, el signo, que anuncia algo oculto y, siendo fieles a la tradición de la Iglesia, reales, no convencionales). Pero toda la estructura expresiva-celebrativa está conformada por signos/símbolos organizados en tiempos tan remotos como los primeros siglos e, inclusive, en el oriente cristiano (lo que hoy correspondería a las Liturgias orientales, tanto católicas como ortodoxas). Que luego adquirió características particulares en la Liturgia latina, la que es común en el occidente cristiano.
Dichos símbolos/signos son, por una parte, traducciones en "formato visible/sensible" de realidades no solo "invisibles", sino bíblicas y vitales. Por colocar solo dos ejemplos, el agua usada de tantas formas en la Liturgia alude a momentos concretos de la historia de la Salvación, como también la relación del agua con la vida. La luz que tiene una centralidad especial en la Vigilia Pascual, la Presentación del Señor (la Candelaria) y en los bautizos, se refiere tanto a pasajes bíblicos como la importancia de la luz y de la visión para el ser humano.
Pero la vida humana es también historia que se va desarrollando. Es decir, la historia de la Salvación ocurre en la vida concreta, con sus preguntas y dilemas. La misma Última Cena transcurrió en la tensión de la traición y aprehensión posterior. Y la traducción en símbolos de esa vida también tiene cabida dentro de la Liturgia, puesto que, por ejemplo, Jesús es "luz del mundo" en medio de una humanidad enfrentada. O es Pan de Vida en una sociedad hambrienta. O el signo de la paz. Y eso hace que lo litúrgico tenga implicaciones, por fidelidad al Evangelio, que van más allá del espacio cultual. Y en ocasiones como cuestionamientos, provocaciones e interrogantes: ¿cómo Jesús es Pan de vida en medio de tanta hambre?
La confluencia entre lo real y lo litúrgico no resuelve de forma técnica los problemas. Por un lado, quedan asumidos, no evadidos (para tranquilidad de Marx). Pero la provocación hace que se plantee como dilemas que deben ser solucionados. Y ello implica el empeño de los cristianos, según su vocación y competencias. Esto con deseo de no desfallecer en el camino (el Pan de Vida nos da su propio Cuerpo y Sangre, apoya e impulsa la conversión y opera en el compromiso) en el anhelo de buscar racionalmente formas de superación tanto de carencias como de injusticias. Esto, que puede que ser iluminado por la gracia.
Cox escribió un libro llamado La fiesta de los locos. Ahí contrastaba el ambiente de los cristianos en Europa, donde la fe parecía irse apagando, en relación con el de América Latina. En medio de tantas precariedades, la fe se seguía celebrando de manera festiva. La oración y la Liturgia son encuentros comunitarios, además de encuentros de gracia, donde se entrelazan las vidas y, desde las conexiones, se es capaz de resistir mejor las adversidades y hacerles frente.
PARROQUIAS EN TIEMPOS DE LA PREHISTORIA

(12 Mar 2023) Hace algunas semanas me llevé la sorpresa de asomarme a las actas del consejo parroquial de la Parroquia Basílica de San Pedro, en Caracas, en tiempos del P. Miguel Acevedo, al principio del presente milenio. Era un volumen grueso y, lejos de las actas que se aprueban luego de reuniones periódicas, allí aparecía con relativa claridad un proceso de misión parroquial, con división por sectores y diversos objetivos. Así que, no de manera óptima, pero se podía seguir las líneas y las acciones que se llevaron a cabo en ese momento.
Me llamó la atención porque, al contrario de la impresión que tengo de otras parroquias (incluyendo el par de ellas que me estuvieron confiadas), el registro escrito es casi nulo. Hay libros de bautizos y confirmaciones (en Estados Unidos hay libro para inscribir a los neocomulgantes), los de inventario y los de fábrica, que correspondería a la contabilidad. Está el libro de gobierno que, en el caso de una de las parroquias a mi cargo, prácticamente que la última información era de los años cincuenta (luego incluí, porque me lo dijeron, mi nombramiento como párroco y, posterior, el del vicario).
No estoy seguro (porque eso pasaba con los sacerdotes que provenían del clero regular sin experiencia de parroquias, como era mi caso) si habría algún libro de crónicas (creo que sí debería existir, pero no sé qué se reseñe). En las comunicades consagradas, servía para recoger los hechos diarios más relevantes para la comunidad.
Como una de las parroquias donde estuve había estado a cargo de un instituto de vida consagrada desde hacía décadas, algunas reseñas del libro de crónicas no sé si corresponderían a las de la vida de la comunidad consagrada o a la parroquia. Recuerdo que se reflejaba la tirantez en las relaciones entre algún sacerdote y el párroco, más cuando una serie de incidentes desembocaron en el choque de uno de los carros. Pero fuera de estas referencias, y sin tener datos para generalizar, pareciera que lo que se escribe queda circunscrito a los libros referidos.
Hacia una cultura de la escritura
Al carecer de una cultura escrita, mal se pueden trazar planes pastorales. Siempre me refiero a las parroquias, sobre todo las que he conocido directa o indirectamente. No puedo generalizarlo a servicios como secretariados, departamentos o curias. Sea que los planes hayan sido impulsados por iniciativa única del párroco o que hayan correspondido a un proceso de elaboración grupal o comunitario. Al final estamos en una cultura de tipo oral. En parte, el párroco dice las directrices, la catequesis funciona con la precisión de un reloj suizo y los mayores logros son los programas parroquiales de Navidad, Semana Santa o fiestas patronales y, a lo sumo, la cartelera parroquial. Me refiero a los planes pastorales, pues los despachos son hasta puntillosos en el registro de los sacramentos.
Por esto hablo de "parroquias en tiempos de la prehistoria", porque, para los historiadores, lo que separa una de otra fue la invención de la escritura y la posibilidad de registrar por este medio la memoria.
Las veces en que he llegado a una parroquia (pocas), casi que la única fuente para la historia de la comunidad es la "tradición oral": uno comienza a preguntar por aquí y por allá, ubicando a las personas relevantes (según los demás) y así situarse un poco. A lo mejor leyendo entrelíneas las actas del consejo parroquial, si existiesen y estuvieran disponibles, pero la información termina siendo escueta.
Así que queda la pregunta de qué se recuerda. Y me da la impresión de que es una memoria litúrgica, de las celebraciones año tras año. Si la historia tiene que ver con la identidad, como mencionaba el cardenal Baltazar Porras en estos días, es una identidad litúrgica. Lo que supone una reducción de la realidad parroquial, que debería incluir el aspecto de koinonia (comunidad), formación y servicio. En ello se juega el sentido de si se está en una pastoral de mantenimiento y autorreferencial o en salida y misionera, con la necesidad de justificar la misión tanto desde los principios como desde las realidades.
Parroquias y sinodalidad
Por otro lado, pues caminamos hacia una iglesia con sentido de participación, corresponsabilidad y pluralidad, si lo que cuenta el sacerdote sería lo mismo que lo que contaran las religiosas o los laicos, por poner un ejemplo.
Si se nos ocurre comparar el libro de los Hechos de los Apóstoles y lo que se puede entresacar de las reseñas y memorias parroquiales, los puntos en común son escasos. Puede que haga falta prolongar los Hechos de los Apóstoles para empatarlos con "los hechos parroquiales".
Esto tiene varias consecuencias. Por ejemplo, si se quiere construir una Iglesia sinodal, donde la comunión no solo sea afectiva sino efectiva, se requiere de la participación de todos para definir el camino parroquial. Se supone que la conciencia de misión hace que los temas a discutir no sean dónde se va a colocar el pesebre este año, quien va a comprar las flores para el Monumento o las batidas para conseguir la pintura. Sin restarle el valor y la importancia, dicho sea de paso. Detrás de ello hay entrega, tesón e ilusión de muchas personas.
La metodología de planificación, la identificación de objetivos y la manera como se vayan a evaluar (por ejemplo, la selección de indicadores según el caso) pueden resultar claves del discernimiento comunitario. Entre otras cosas, porque permite tener una referencia externa a la subjetividad del párroco (a la consulta constante al párroco), a la hora de desarrollar planes, de si se puede hacer esto o no se puede hacer esto otro. Impulsan el que se asuma un lenguaje y unas categorías, que puedan facilitar la comunicación (por ejemplo, lo que se entiende por "sinodalidad"). Y, además de la importancia de verter por escrito el plan pastoral para facilitar su ejecución, también resultaría relevante para la evaluación, en el sentido más amplio (no solo lo que se consiguió o no se consiguió, sino por qué o qué cosas sucedieron y, si lo que estuvo por fuera del plan escrito, resultó favorable o no, que es una manera de discernir el Espíritu).
Finalmente, regresando a la historia, esto pueda permitir tener memoria y unos datos no solo sacramentales, sino pastorales, desde diversos ángulos. Esto puede ayudar a tener una identidad y preocupaciones distintas. También puede ayudar a revisar intentos de evangelización anteriores, con resultados plasmados en una memoria (registro), que muestren las dificultades y retos según los sectores parroquiales. Sea para corregir, evitar o reintentar.
Que las parroquias consigan reinventar la escritura es un desafío que, solo se conseguirá superar, cuando sea algo tan normal que no nos demos cuenta que lo hacemos. Que se haga de manera práctica y concisa, sin muchas vueltas. Que se pueda leer sin mucho enredo y accesible a todos. Reservando los ríos de tintas para otras cosas fuera de lo común.
LA TEOLOGÍA COMO REFLEXIÓN SOBRE LA FE

(05 Mar 2023) La teología es la reflexión sobre la fe. La fe que pretende entender, según palabras en latín de san Anselmo. Cuestión que pudiera parecer para peritos, pero que, al final, concierne a todos los cristianos. Obvio que lo de "entender" no es "desbaratar" el Misterio, en sus múltiples dimensiones. No solo porque no se consigue llegar al fondo, a las últimas causas o entender todo con evidencia. Sino porque el Misterio, como el Amor, no se siente satisfecho con "razones". "Hay razones que tiene el corazón que la mente no entiende", diría Pascal. Cuando la "racionalidad" de la fe se recuesta del amor, estamos diciendo que hay componentes que están más allá de lo pensado y de lo pensable.
Pero negar en absoluto la aspiración a comprender y a conocer reduciría la fe a la simple confianza. Y esto es un absurdo. Se creía antes que el luteranismo avalaba esta tesis. Sin embargo, sería insostenible. La propuesta protestante es de conocimiento de la Palabra de Dios. Esto es un primer paso. Y un conocimiento que es "traducido", porque sino quedaría ignoto para muchos. Y hasta "explicado", pues mucho no sería comprendido o se intentaría aplicar de manera anacrónica. Al final la aspiración a comprender es legítima, aunque nunca alcance a ser exhaustiva.
Si bien pueden haber cuestiones académicas, que hacen que cierta forma de hacer teología sea más metódica y sistemática, otros aspectos (mayoritarios) no son así. Pueden haber asuntos más cercanos a la erudición, que tampoco queda fuera de lugar, aunque no se le perciban aplicaciones prácticas. Recuerdo haber visto (no leído) un estudio sobre los animales (bestiario) que aparecían en algún libro bíblico (no sé si sería Ezequiel): una especie de elenco con sus descripciones. Puede que no diese ni para una mínima prédica, pero no por ello dejaba de ser interesante. A lo mejor, además de servir como tesis para obtener algún título en estudios bíblicos, podía servir como aporte para insertarse dentro de los estudios literarios (en el sentido más general). Quizás pudiera servir para tener una idea sobre qué animales eran conocidos y poblaban los alrededores de donde vivió el profeta, y compararlo con tiempos posteriores. No lo sé. Pero, aparte de este tipo de estudio, tanto la teología académica como el intento ceñudo del cristiano comprometido por entender su fe, son válidos.
Si bien no es fácil ubicar el inicio de la teología cristiana, si se considera sucesiva al mensaje bíblico o evangélico, no me parece desatinado considerar a san Pablo un precursor. Puede que se haya entendido que la teología se diferencia como acto posterior al mensaje bíblico (acto segundo). Pero, al interno del mensaje neotestamentario, parte del esfuerzo de san Pablo es de hacer comprensible y vivible el cristianismo en otros contextos. Así que esas distinciones tienden a hacer aguas. Porque los mismos relatos evangélicos, como narraciones de la comunidad, no solo son recuerdos, sino actualizaciones para la propia comunidad. E, inclusive, si quisiéramos se podría preguntar por la teología de Jesús, en relación con Dios como su Padre o con el Reino. Cuestión ésta transmitida por las comunidades y que, por lo tanto, pueden reflejar sus intentos de actualización.
Por supuesto que el término "teología" da para distintas acepciones. San Tomás y los que pertenecen a su misma "camada" intelectual son los más exigentes. Teología (si bien no usaba este término precisamente) es la ciencia de Dios tal como Él se ve a sí mismo. Porque toda ciencia, para santo Tomás de Aquino, debía remontarse hasta las causas primeras, que deben ser evidentes y no admiten una explicación anterior. Poco se puede decir de por qué el círculo es redondo. Se podrá explicar su propiedad y mostrar su fórmula, pero salta a la vista de qué es un círculo. O afirmar que un cuadrado tiene cuatro lados iguales. En el caso de Dios es distinto, pues la evidencia de sí mismo, tal como Él se ve, solo lo conocemos por Revelación, siguiendo a santo Tomás.
Pero entre santo Tomás y nosotros ha corrido mucha agua bajo el puente. Las mismas ciencias bíblicas tienen otra consistencia. Y, en oportunidades, se entiende por teología todo discurso, reflexión o concepción de Dios a partir de determinados presupuestos o conciencia. Con la particularidad que admitiría el tratamiento ideológico. Por ejemplo, los términos "la teología islámica" o "la teología judía" se refieren a su manera particular de ver lo religioso, se pueda o no conectar con el cristianismo. Y algunos han hablado de "la teología del neoliberalismo", para referirse a su visión particular, que puede servir para justificar un modo de producción o cierto sistema y jerarquía de relaciones, sin que el interés sea tanto por Dios como la justificación religiosa de cierto orden social (cabría considerar "la teología del comunismo", si este no negara de raíz todo lo que no fuera explicable de manera materialista).
La teología cristiana, sea la académica, pastoral o popular (como diferencia Clodovis Boff), además de presentar una reflexión afectiva sobre el misterio de Dios, puesto que ese Dios es encarnado, tiene que intentar esclarecer sus relaciones con este mundo. Por mundo no entendemos solo la naturaleza biológica, geológica, astronómica, entre otros apartados más especializados (física, química). Sino también el mundo como sociedad, relaciones, acontecimientos, historia, cultura, organización social y, por lo tanto, polys (ciudad), con su pluralismo, dinámica y conflictos. Y esas relaciones son complicadas de determinar y hasta controversiales.
Pero esa tarea no puede eludirse. Con el riesgo que puede ser ideologízada (pensada de manera inconsciente para favorecer a sectores o grupos). Con la particularidad de que, desde la teología oficial, no siempre se pueda abordar aspectos técnicos "vinculantes". Eso no significa que, por ejemplo, un sacerdote o religioso o religiosa no pueda aportar como psicólogo, médico, economista, politólogo, sociólogo… pero la hará de par en par con sus colegas creyentes y no creyentes, sin que tenga un halo de iluminación y verdad lo que proponga. Por supuesto que la vía a contra reflujo también circula: desde la experiencia creyente en cualquier campo, hacia la teología académica y el ministerio ordinario de obispos y sacerdotes.
Así que, desde el principio, la teología fue impulsada por las situaciones de vida por la que atravesaban los creyentes. Nada más pensar en Pedro, quien ciertamente tiene una experiencia sobre la nueva situación de la pureza de la comida, pero quien tiene que comunicarlo a sus hermanos (Hch. 10). Y durante gran parte del primer milenio la teología buscó introducir a quienes se iniciaban como monjes en la experiencia de Dios.
Tales aclaraciones no buscan estar revolviendo el velo del tiempo para entrar en las brumas de la historia. Son referencia importante para aclarar y precisar lo que es y debe ser la teología hoy en día, incluso como servicio y propuesta para cualquier creyente.
Porque cuando se dice "reflexión sobre la fe", la primera idea que llega a la cabeza de muchos es la comprensión de la fe de la Iglesia, en cuanto a dogmas. Casi que el análisis del texto. Pero no es así, aunque también se incluya. O para referirnos al Credo (o Símbolo), que ha ocupado obras cruciales como Introducción al cristianismo, de Joseph Ratzinger (futuro papa Benedicto XVI). El peligro de considerar a la teología como el servicio técnico para transmitir la fe, es decir, del texto en latín a la cabeza de los creyentes, es que puede ser muy ambiguo. Ambiguo quiere decir que puede tener varios sentidos, inclusive contrapuestos. Por ejemplo, puede justificar una especie de colonización de las convicciones y los pueblos. Riesgo cercano a propuestas pedagógicas que sobrevaloran los aportes del conductismo y de la programación neurolingüística.
De esta forma, por tanto, tendríamos los textos y los mediadores, cual pitonisas del santuario de Delfos, que acercan lo arcano a los iniciados. Repito, esto puede ocultar sentido de superioridad y de unción sagrada para imponerse sobre todos aquellos que, de no acatar, corren el riesgo, según piensan, de la condenación eterna. Dilema de tal tipo que pareciera no dejar opción sino a pasar por encima de la conciencia personal y libertad, e imponerse. Tal planteamiento es un error, por supuesto. De paso, desecharía cualquier opinión contraria como herética y pecaminosa, lejana a un pluralismo sinodal.
En realidad, el recorrido histórico muestra que ha sido al revés. No solo las distintas circunstancias forzaron la reflexión inicial de los primeros judeocristianos. Luego, en el siglo II, se tuvo que hacer otro tanto en el contexto imperial y con cristianos de cultura griega. Ante opiniones distintas y divergentes, como la gnosis, se fue desarrollando las llamadas cartas de comunión: cartas entre las iglesias, particularmente las sedes apostólicas (Roma, Antioquía y Alejandría) que recordaban la fe, en contraste con lo que eran filosofías gnósticas con barniz cristiano.
Hacia finales del siglo II comienza a establecerse el canon bíblico, la lista donde aparecían los libros considerados inspirados. Estos reflejaban la verdadera fe, que eran utilizados por las comunidades cristianas (especialmente las sedes mencionadas). La palabra canon significa caña, o sea, vara para medir (como una regla milimétrica, por comparar). Era el sistema de "medición" para distinguir la norma de la fe auténtica (confesada, vivida, testimoniada, celebrada) de lo inaceptable.
Un logro importante, en este camino, fue el llamado Símbolo Nicenoconstantinopolitano. Que no es otra cosa que nuestro Credo. Es el punto de llegada de un largo camino que, tomando impulso en la Escritura, consigue formularse de forma adecuada. Sobre todo en relación con el Dios Tri-Unitario (Santísima Trinidad).
Si bien es cierto que la teología puede tener responsabilidades en la comprensión adecuada del Símbolo, resulta peligroso considerar que eso es lo que hay que vivir. La experiencia cristiana ocurre en la vida. Ni siquiera en los espacios supuestamente sagrados de los templos. En la vida concreta Dios se va revelando, no en cuanto a novedad, sino en cuanto a actualidad de lo Revelado entre la Escritura y Tradición. La Revelación, como evento actual, aparece como propuesta de gracia a cada sujeto, con total vigencia, que puede aceptar o rechazar. Y ese dinamismo de recibir y corresponder, con preguntas de todo tipo, hace que la referencia a la teología (como propia reflexión y como reflexión sistemática) sea ineludible. Como la referencia a lo vivido en otros tiempos por cristianos reunidos en comunidades, o sea, en Iglesias.
De hecho, además de teologías tales como la teología política o de la liberación, se puede dar otras ligadas al cambio de situación de la comunidad de creyentes (Iglesia). Por ejemplo, el paso de una sociedad rural a una sociedad urbana implica un cambio en el horizonte de comprensión y en el sentido de la contemplación. En la sociedad rural es más fácil la contemplación de Dios en la Creación, con el ritmo de las estaciones y cierta vivencia de perpetuar costumbres y tradiciones. En la ciudad se contempla a Dios que se encuentra en algún lado entre el barullo del tráfico, el caos de los servicios o el clamor por la justicia (no porque en el campo no se dé la injusticia). Si la experiencia rural es multisecular, no lo es así en la de la ciudad. Se necesita crear esa experiencia, como conciencia y expresión, más allá de qué tan promisorio pueda ser.
La teología busca acompañar la experiencia de fe para que sea, efectivamente, fe experienciada. No lo hace por cuenta propia, por supuesto. Allí surge la referencia a la Escritura y Tradición, como también el servicio que el Magisterio aporta para la comprensión y asimilación adecuada, dentro de la dialéctica de la historia (dialéctica como flujo y reflujo).
CONVERSIÓN Y REDES SOCIALES

(25 Feb 2023) En aquel tiempo, se le acercó un joven a Jesús. "Maestro ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?" Jesús le respondió: "Ya sabes lo escrito en la Ley: no mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre". "Todo eso lo he cumplido", dijo el joven. Jesús añadió: "Si quieres ser perfecto, anda y vende lo que tienes; repártelo entre los pobres y tendrás un tesoro en el cielo. Cierra tus redes sociales. Luego ven y sígueme". El joven se fue muy triste, porque tenía muchos followers…
El pasaje es una versión libre de Mt 19, 16-22. Es el único evangelista que dice que el hombre adinerado era un joven. La alteración del texto permite tomar en cuenta algunas consideraciones. Y he preferido no parafrasear la respuesta de Jesús, sino dejarla a la imaginación de los amables lectores.
Desde el punto de vista del Evangelio, lo crucial sigue siendo, por un lado, la atadura de las riquezas (que viene presentado como idolatría en otros pasajes) y el seguimiento de Jesús. Las versiones en español destacan la riqueza en general. En otras ocasiones precisa al dinero. En este texto Jesús pide vender lo que se tiene, sin especificar que se lo pide a él por ser adinerado. Más bien, la razón por la que se aleja nos dice Jesús, es porque tenía muchas posesiones.
Pero mi intención no es hacer una exégesis del texto original. Es una versión libre que busca algún tipo de actualización y reflexión. En concreto con la sobresaturación de redes sociales, textos, imágenes y demás que se intercambian y que nos llega. Siendo lo crucial en el texto bíblico el tema de las riquezas (o de las posesiones), busco hacer un giro para incorporar el fenómeno de las social media, que reportan algún sucedáneo del prestigio del poder en metálico.
Yo tengo cuenta de Twitter, Instagram y Facebook. Además uso las aplicaciones de mensajería de textos. No sé qué tan común pueda ser que la gente reciba noticias de agencias y canales informativos a través de las redes. Yo lo hago. Pero también tengo amigos, conocidos, seguidores y sigo a otras personas. Lejos estoy de los números de los influencers. En Facebook tengo un número mayor de "amigos" que, como saben los que usan esta red, es el término que se usa y que, puesto que hay esa vinculación, no solo tengo acceso a lo que publica, sino que me aparece en mi historia. Debo aclarar que intento, quizás con suma torpeza, usar las redes sociales para proyectar inquietudes personales, aspectos ligados a la fe o la Iglesia o interactuar en lo que considere de utilidad, inclusive referente a DDHH. Por eso he terminado admitiendo a mucha gente, más cercana o lejana, siempre que tenga contenidos respetuosos que eviten dar la impresión de ambigüedad de mi parte. En Instagram más restringido.
Por las razones que sean, debo aclarar, recibo notificaciones de varios tipos. No tengo idea. Pero son insumos que intento analizarlos. Las redes sociales se han transformado para mí en una vitrina. Como me he tenido la fortuna de intercambiar con psicólogos, de forma constante, desde hace treinta años, me siento con la sensibilidad (no con la destreza) como para detallar aspectos varios Y se añade que últimamente he hecho algún estudio de sociología, lo que también me sirve para analizar de forma rudimentaria. Esto me lleva a hacerme preguntas sobre el ser humano (de tipo antropológico) y, por supuesto, hace que reflexione desde los campos más cercanos a mi formación, que son la filosofía y la teología. Por lo que aproximarme a las redes sociales desde este bagaje puede ser fascinante, aunque nunca concluyente. Es decir, puedo observar y tener hipótesis de explicación en muchos casos, pero nada conclusivo, pues no pasa por el método científico.
Añadiría que soy fotógrafo. Esto también cuenta. Puede que uno malo, lo admito. O no tan bueno como Rodolfo Pimentel y el grupo de la Fototeca de Barquisimeto. Pero también soy sensible a la impresión fotográfica y su estética. Cuando veo una imagen, inclusive disruptiva, me pregunto por su propuesta, como para ver cómo evolucionan los gustos y las búsquedas, según las modas, momentos históricos y culturas. Así me fijo en disposición de los objetos, contrastes de colores o texturas, expresividad… en fin. Y confieso que ese equipamiento no lo tengo para los videos, que, cuando digo algo, sin mostrarme obtuso, tampoco me luzco mucho.
La cosa está en que, entre amigos-amigos y seguidores y notificaciones, me hago una idea de cómo están las cosas. Repito: para llegar a conclusiones científicas hace falta, además del profesional de turno, un método de investigación confiable, contrastable, verificable y, como se dice, falsable (que pueda comprobarse la falsedad). Lo que quiero decir no tiene ánimo de generalizar, pues no sé cuántas personas no son en verdad asiduas a las redes. O tienen cuenta solo para ver la cuenta de los demás. E intento descartar quienes se exhiben de determinada forma porque tiene algún tipo de negocio u ocupación: desde los dedicados al exhibicionismo, prostitución o cualquiera de sus variantes (que enmudezco o bloqueo, según el caso) hasta quienes se promueven como influencers, tienen un tipo de marca de ropa o parecido.
La impresión que me llevo es la profunda soledad que reflejan las redes. Supongo que haya quien tenga arte, prudencia y equilibrio. Pero en otros casos, el "like", el "me gusta", el repost o retweet parecen cubrir un vacío de amigos leales de carne y hueso. O de amores que no se vayan o se desvanezcan en la realidad virtual. El riesgo de exhibir ambigüedades que, entre los más osados, se darían solo en la intimidad. Todo parece válido para captar atención.
Tal exhibición de la vida personal y la intimidad es, de por sí, de mucho riesgo. Román Losinski entrevistaba este jueves a la comisaria Caldera. Ella decía que hay delincuentes que se dedican a la extorsión, que lo hacen a partir de lo que se refleja en las redes sociales. Y a nivel mundial, por ejemplo, se da toda una vorágine entre los acosadores de niños, el cyber bullying, etc.
Los comportamientos que se exhiben (puede que sean distintos a la vida real) buscan lo inmediato, la gratificación instantánea. Como decía, los riesgos son enormes. Pues en ocasiones se puede pagar un alto precio por unos segundos de fama (popularidad). Supongo que se es alguien, que se sienta contar con un "poder" (creo que esa es la mayor motivación que tiene el ser humano, en el sentido nefasto): creer que controlo o decido lo que otros opinan, piensan o actúan.
En esta percepción del mundo, la distancia no existe. Lo que yo publico se puede ver con asombrosa inmediatez. Si a ver vamos, la referencia familiar es poca. Quizás en casos contados. Así que hay masas de seres aislados, todos muy vulnerables a la manipulación. Y, como la soledad es mala consejera, al riesgo de las compañías virtuales y hasta reclutamiento en bandas de cualquier tipo.
Tampoco el tiempo existe. Nadie parece actuar pensando que algún día será viejo. O, por lo menos, entrado en años ¿Qué es lo valioso que se está haciendo, en el momento presente, que sirva de base para el mañana? Estoy claro que, por ejemplo, ser padre o madre, como formar un hogar y tener una relación estable de pareja o, en términos religiosos, casarse, es una decisión personal. Acepto que ni el matrimonio ni la paternidad ni la maternidad pueden ser impuestos. Solo que lo ideal es que fuese elegido. Porque si solo cultivo las áreas más superficiales de la vida ¿cómo voy a sostener en el tiempo una relación de maratón, si estoy entrenando para los cien metros? Creo que pocos se preparan para una vida plena. Y hay soledades que no consiguen a alguien con quien acompañarse. A lo que añadiría que la auténtica opción de estar sin pareja, como ejercicio de la libertad, es cuando considero que es una opción mejor para mí. Lo demás es conformarse o resignarse.
Si todo esto no amerita entrar en un "estado de conversión", añadiría algo más. Reconozco que lo que sigue, es lo que me motivó a escribir estas líneas. No tanto la vanidad de las redes ¿Qué pasa si un día me arrepiento? ¿Qué pasa si un día Jesús pasa a estar en el primer plano de vida? ¿Qué pasa si, un día, decido seguirlo en serio y dedicar mi vida? ¿Qué pasa si decido cambiar de vida?
Estas preguntas están a la base de otra cosa: ¿considero que podría soportar el peso abrumador de cantidad de imágenes personales, videos, post, comentarios… de los cuales a lo mejor me avergonzaría, y que seguirían estando fuera de mi control, al alcance de todos? ¿Qué luego de cinco, seis o diez años, cualquier persona se pueda conseguir con lo que pude y no manejé con suficiente discreción? Si en el evangelio Jesús dice, por ejemplo, a la pecadora: "vete, tus pecados te son perdonados" (Jn 8,11) ¿será fácil el que me reconcilie con esa carga enorme de imágenes que estén acusando?
Creo que hay varios motivos para "ayunar" de redes sociales. Uno de ellos es, por supuesto, la libertad (o liberación). Y, si lo hacemos en cristiano, el seguir a Jesús. Otro es para que hagamos un momento de reflexión, con calma, de dónde estamos parados y lo que queremos y nos conviene hacer. No significa que se abandonen las redes. Inclusive son un canal que se utiliza para evangelizar. Pero, hasta los menos cristianos podrán estar de acuerdo, es importante pesar las consecuencias de las propias decisiones. Puede que muchos comportamientos se mantengan. Otros no. Pero la consciencia será distinta.
Termino recordando a los más cristianos que las redes sociales no pueden servir para distraernos de seguir a Jesús. Ni como evasión ni para dejarse manipular. Que, en los sitios donde hay suficiente libertad y recursos, los pobres sigan siendo recordados en primer plano, como destinatarios de las Bienaventuranzas y presencia cuestionadora de Jesús. Y que fluya mejor nuestra relación con él y la experiencia de comunidad fraterna. Que Jesús nos encuentre siendo mejores ciudadanos e incómodos controladores de quienes ejercen los poderes públicos.
CUARESMA EN TIEMPOS DE CRISIS

(19 Feb 2023) Estamos a las puertas de la Cuaresma. Nos separan los días de Carnaval. Sin demonizar estas fiestas, pero sin ser ingenuos sobre sus excesos. Los Carnavales tienen origen pagano, rescatado por la Edad Media. Algo así como una despedida solemne a la "carne", en el sentido carnívoro y no mundano. Una preparación a contravía (sub contrario) a lo que representa el Miércoles de Ceniza.
Ya por aquí puede aparecer una primera sospecha. Quizás no actual, pero sí de antaño. Me refiero a los motivos para celebrar el Miércoles de Ceniza. De la misma manera, queda la pregunta, para los más practicantes, sobre las prácticas penitenciales ¿Cómo conciben el ayuno y la abstinencia? Porque ¿acaso pueda la Cuaresma haber sido "paganizada"? ¿O que haya sucumbido a una monótona cadena de prácticas repetitivas y sin trasfondo?
Algunos datos previos
Lo primero que convendría decir, para el lector menos avezado, es que, con certeza, Cuaresma viene de cuarenta. Lo cual nos coloca ante un número bíblico. Si bien no se sabe dónde y cuándo comenzó según El nuevo Diccionario para la Liturgia, se hizo como preparación para la celebración del Misterio Pascual (la muerte y resurrección del Señor). Este, que está enmarcado en el llamado Triduo Pascual: el tiempo que va del Jueves santo en la tarde hasta el Domingo de Resurrección. El Diccionario considera que la Semana Santa se debió comenzar a celebrar en Jerusalén. Y Roma lo comenzó a repetir, con adaptaciones a su contexto.
Esos cuarenta días anteriores servían, en la Iglesia de los primeros siglos, como "recta final" para los catecúmenos. O sea, los adultos que se preparaban para recibir el bautismo en la Vigilia Pascual (el Sábado santo en la noche).
También era la oportunidad para ir admitiendo a la comunidad a los penitentes. Se trataba de pecadores "públicos", que integraban el ordo poenitentio, u orden de los penitentes (como si fueran una orden religiosa), que habían sido separados de la comunidad por pecados. Eran tales como renegar la fe (apostasía), cuando eran amenazados por ser martirizados, la idolatría (relacionado con el anterior), el adulterio y el homicidio.
Al final tanto la renovación bautismal como el aspecto penitencial se generalizaron a toda la comunidad. Tanto, que hoy en día las lecturas de los domingos de Cuaresma del ciclo "A" (que corresponden a este año) son de tenor bautismal, y las del "C" de tenor penitencial (el ciclo "B" son cristológicas).
Los cuarenta días asumen como inspiración la estadía de Jesús en oración en el desierto, antes de emprender su misión (Mc. 1,13). Pero también recuerda los cuarenta días del Diluvio universal (Gn. 7,4), los cuarenta años que estuvo Israel en el desierto (Dt. 29,5) y los cuarenta días en que estuvo Moisés en el Sinaí (Ex. 24,18) y Elías en el monte Horeb (1 Re. 19,8). Al final es preparación y purificación que disponen para la acción de Dios.
¿Y las prácticas penitenciales?
Con el tiempo se fue reglamentando las prácticas del ayuno y la abstinencia. Inspirados por el Evangelio, hoy en día se recalca también la oración y la limosna. Que A. Bergamini precede por la escucha de la Palabra de Dios.
No he conseguido ni confirmar ni refutar mi sospecha que dicha regulación obedeció a la influencia monástica en la vida de la Iglesia. Es decir, si bien fueron prácticas presentes incluso en el judaísmo, el estilo propio que podemos ver proviene de la influencia monástica. De una Iglesia perseguida, siguió una Iglesia en paz. Esto pudo hacer decaer el compromiso cristiano. Además de los que se convertían por conveniencia o convencionalismo social. Ante esto reaccionó san Benito.
El futuro padre del monaquismo occidental captó la contradicción y se decidió vivir de anacoreta, como había estado ocurriendo en Egipto, por ejemplo, con san Antonio abad. Partió a Subiaco, solo que, al poco tiempo, otros se instalan a su alrededor, queriendo imitarlo. La Regla de san Benito fue la primera forma de organización de lo que será la vida monástica en Occidente, regulando forma de vida, oración, trabajo y prácticas ascéticas y penitenciales, todo en setenta y ocho capítulos, cada uno de varios párrafos breves. La llamada la Regla de san Agustín, anterior y sin ánimos monacales, son ocho capítulos en cuarenta y nueve párrafos. Aunque toca aspectos como la vida en común, la oración, la obediencia, la castidad, la austeridad…
Durante el primer milenio, la manera de concebir dichas prácticas penitenciales muchas veces se explicó desde una antropología neoplatónica. Se consideraba al ser humano como alma y cuerpo separados y en conflicto. El alma debía doblegar al cuerpo, para que el cuerpo no doblegase al alma. Por supuesto que en los santos la discreción de espíritus hizo que las cosas fueran menos extremistas.
Pero aquellos que permanecían en el mundo (también considerado como pecaminoso por aquella visión), sin entrar en la vida monacal, fueron tenidos como cristianos de tercera categoría. Cuestiones tales como la intimidad conyugal eran valorados en detrimento del compromiso de la fe. Así que es fácil suponer que comenzasen a sentirse en vergonzosa desventaja. Ellos no "dominaban" sus impulsos. En la "pirámide de perfección" los monjes estaban en la cúspide estaban los monjes. Los clérigos, tanto obispos (célibes a la par de los monjes) como sacerdotes estaban de segundo (y ni tanto, pues hasta el concilio de Trento, en el siglo XVI, hubo confusión sobre si había sacerdotes casados o adúlteros, más allá que en occidente, luego del concilio de Elvira, por el siglo IV, se decretase el celibato como obligatorio para todos). Al final estaban los laicos, en su mayoría casados. Debido a esta situación es que me parece probable que la manera como se normaron las prácticas penitenciales cuaresmales pudiese provenir del monacato. Correspondía al ideal del cristiano que la mayoría, como laicos, no podían alcanzar, pero intentaban imitar.
¿Qué es lo que queda?
Luego de este recorrido, conviene prestar atención a dos situaciones, propias a quienes asisten a las celebraciones litúrgicas: los que asumen, por poner el caso, la imposición de la ceniza como algo que tiene poder en sí mismo (como mágico) y quienes, con más formación, están ganados a cumplir dichas prácticas a rajatabla, sin mirar para los lados, equiparando su cumplimiento con la fidelidad a Dios. La cuestión con los primeros es que corren el riesgo de convertirse en los segundos. Por lo que hay que hacer distinciones y aclaraciones (esprit d' finesse, diría Pascal) para reubicar, corregir y reorientar.
El ayuno y la abstinencia en sí mismos no son cristianos. Son comunes a cantidad de tradiciones religiosas. Inclusive lo pueden ser a los estoicos de antes y los de ahora. Recuerdo haber visto un programa de BBVA, Aprendamos juntos, en que era entrevistado el Massimo Pigliucci, doctor en biología especializado en evolucionismo y en filosofía. Él propone una filosofía de vida, con prácticas de ese tipo, aunque al final sea materialista y no crea en Dios. Inclusive tiene jornadas parecidas a las de nuestros retiros espirituales.
Así que el ayuno y la abstinencia, a los que se debe añadir la oración y la limosna, habría que proporcionarles el debido fundamento, si se les quiere considerar cristianas. Es lo que hace Jesús en el Sermón de la Montaña. Contrasta la práctica de los fariseos, indicando inclusive sus fallas de raíz, y propone de manera diferenciada cómo actuar en cristiano.
Así la limosna, dice que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. Al final el Padre lo recompensará (Mt. 6,3). La oración no consiste en repetir muchas veces, como hacen los paganos, creyendo que así los dioses les harán caso, sino orar desde la confianza (Mt. 6,7). Tampoco como los fariseos, exhibiéndose en las sinagogas, porque el Padre ve en lo secreto (Mt. 6,5-6). Si se ayuna, hay que evitar verse demacrado, para llamar la atención, admiración o la pena. Perfúmate, dije Jesús, para que no se den cuenta, que tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará (Mt. 6,18) (tres veces Jesús recuerda que el Padre ve en lo secreto, y recompensará).
Cuaresma, tiempo de conversión.
Conviene considerar que la Cuaresma es una oportunidad para la conversión al Dios de Jesús: el Dios que revela Jesús (el Padre). Por si la expresión resulta confusa, no se niega la divinidad de Jesús (el Dios que es Jesús), sino que se destaca la referencialidad al Padre, que estuvo presente en las palabras y acciones de Jesús. Y diferenciarlo de otros dioses o falsas imágenes que nos hacemos con nuestra imaginación. El Dios de Jesús es el Padre compasivo y misericordioso, pendiente de los últimos y los que sufren, dispuesto siempre a perdonar pero sin sacrificar la justicia. Es un Dios que no se le puede recluir en un templo. Por más que su Hijo esté vivo y presente en el sagrario, su presencia y exigencia no está al alcance de cualquier forma de orar ni se deja sobornar por el incienso.
Este punto de partida es fundamental. Pues la diferencia no es entre quienes creen en Dios y los que niegan su existencia. La diferencia está entre quienes anuncian al Dios de Jesús, tal como aparece en los evangelios, y quienes exigen el reconocimiento a otros dioses. Inclusive si se pone un barniz de cristianismo. Dentro de la misma Iglesia, si falta la referencia al Evangelio, podemos terminar hablando de muchos "jesuses", hasta incompatibles entre sí. La pregunta de fondo es si quiero defender al ídolo fabricado por mi imaginación o busco al Dios verdadero. El fabricado por mi imaginación puede estar amasado por intereses egoístas y convenientes o por culpas no expiadas que deforman la imagen de Dios.
Si el tiempo de Cuaresma es tiempo de conversión, es para convertirse a Jesús. Si es tiempo penitencial, con expresiones como la oración, el ayuno y la limosna, es para convertirnos al Señor. Al final, por importantes que parezcan las prácticas cuaresmales, lo que es definitivo es el Espíritu que nos santifica.
¿Quedan tareas por hacer?
Por supuesto. Cuaresma es tiempo de conversión y solidaridad. La oración, el ayuno y la penitencia y la limosna, para ser cristianas y llevarnos a Cristo, deben estar transidas de conversión y solidaridad.
Esto es importante en el aquí y ahora de la vida de la Iglesia como Pueblo de Dios que camina peregrina en Venezuela. Ubicarse es esencial. La oración es a contrapelo, pues pareciera que todo lo tenemos en contra. El ayuno en sentido lato está demás, pues lo que hay es un hambre atroz. La limosna es casi que compartir lo que no hay, como si la pobreza se pudiera compartir. Se impone la creatividad, pero también el discernimiento. Como se preguntaría el profeta: ¿cuál es el ayuno agradable a Dios?
¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero el día en que se humilla el hombre? ¿Había que doblegar como junco la cabeza, en sayal y ceniza estarse echado? ¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yahveh? ¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo? ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes? Entonces brotará tu luz como la aurora, y tu herida se curará rápidamente. Te precederá tu justicia, la gloria de Yahveh te seguirá. (Is. 58.5-8)
Dentro de lo posible y dentro de la pobreza, tender la mano y ser compasivo ya es una forma de ayuno y de limosna. Reconstruir el tejido social desgarrado. Reconciliarse diferenciando el perdón de la justicia, puesto que hay hechos que exigen la justicia (y el cumplimiento de formas de resarcir el mal cometido) para que pueda ser real el perdón. Es una tarea urgente.
Como es una tarea urgente, desde la oración y el ayuno, resistirse al demonio del desaliento, del pensar "las cosas son así y no cambiarán". La resiliencia, es decir, la capacidad de mantenerse a pesar de las adversidades es también una tarea espiritual que requiere mortificar (dar muerte) al desaliento.
De ahí que esta Cuaresma también debe estar movida por la esperanza pascual. En medio de tanta maldad y oscuridad, la fe grita "ahí está Dios". Los más incautos lo buscan en signos esplendorosos. Espera que se abran los cielos y descienda. No ven esa figura grisácea oculta entre las sombras del Crucificado. En su derrota, el mal es derrotado. Porque no pudieron acallar al Amor. El cielo se abre, porque en la tierra el Resucitado da la gracia de transformar todo con su amor, de transformar todo con el amor que no se resigna de sus seguidores.
Ilustración: "Cristo Campesino Crucificado". Jose Ignacio Fletes Cruz. Leon, Nicaragua. 2006. Indigo Arts Gallery
MONS. ÁLVAREZ: UN SIGNO DE CONTRADICCIÓN; Profetismo, Derechos Humanos y Libertad religiosa

(11 Feb 2023) Nicaragua "libera" a 222 prisioneros de conciencia y prisioneros políticos. Entre ellos está un grupo de religiosos. Pero, delante del avión, uno de ellos, Mons. Rolando Álvarez, se niega a subir.
Esta información, la de la liberación, fue noticia durante la semana, junto con el terremoto de Siria y Turquía y los incendios de Chile. Detrás de la medida de "gracia" hay, sin embargo, otra sanción: el destierro y el extrañamiento, por el que se quedan sin ciudadanía y, por lo tanto, como apátridas ¿Cuál es el objetivo político? Preguntárselo es pertinente. Sin embargo, no será objeto de estas líneas. Más bien, verlo desde el Evangelio y lo que implica la fe y, por supuesto, desde los DDHH, en especial el que concierne a la libertad religiosa.
Antecedentes
La situación en Nicaragua se ha encrespado desde hace ya varios años. En el 2018 hubo unas jornadas de protestas importantes, que ocasionaron muertes, detenciones y torturas sin precedentes. Mons. Silvio Báez, a quien el Papa le pediría (ordenaría) que abandonase el país ante la información creíble de que estaría en riesgo su vida (2019), en esa oportunidad fue cercano a los manifestantes. Y, junto con obispos y sacerdotes, testigo de la represión. En esos meses, en una entrevista, Mons. Silvio Báez se quebró y comenzó a llorar, ante el sufrimiento sin razón a que eran sometidos los jóvenes detenidos, que solo buscaban una mejor Nicaragua.
En el camino han ido deteniendo a políticos de oposición, todos aquellos que pudieran poner en riesgo la continuidad de los Ortega en el poder. Se cerraron medios, se apresaron periodistas y hasta alguno fue asesinado. Se proscribieron las organizaciones de DDHH y se expulsaron otras internacionales. La misma Comisión Interamericana de DDHH tuvo que salir del país en el 2018. El llamado "espacio cívico", es decir, la posibilidad que organizaciones no gubernamentales puedan actuar en lo público se ha ido cerrando.
En el 2020 murió reconciliado con la Iglesia el sacerdote y poeta nicaragüense Ernesto Cardenal. El mismo Mons. Silvio Báez lo visitó en su lecho de enfermedad algún año antes. Todavía se pueden conseguir videos de Ernesto Cardenal celebrando la Eucaristía en algún campo de la guerrilla sandinista, en su lucha contra el dictador Anastasio Somoza. Igual se recuerda su imagen de rodillas en el aeropuerto frente a Juan Pablo II, mientras este lo amonestaba de forma enérgica. Por esas fechas se le prohibió ejercer sus funciones como sacerdote, junto con otros tres sacerdotes más, al estar implicado en cargos políticos en el nuevo gobierno nicaragüense. Nadie mejor que Ernesto Cardenal para retratar la transformación del gobierno de Ortega. Recuerdo haber leído una frase que decía algo como: "lo que no consiguieron hacer las balas y los tanques, lo consiguieron los Jaguar y los lujos".
¿Labor profética o labor político desestabilizadora?
Mons. Rodolfo Álvarez fue detenido en agosto del 2022. En sus homilías fustigaba el abuso de poder, la corrupción y la violación de los DDHH. El procedimiento, por supuesto, fue irregular. El jueves 9 de febrero se negó alcanzar la libertad si se subía al vuelo organizado por los Estados Unidos. Por lo visto, no sabían que la liberación conllevaba el destierro, que parece no estar contemplado en las leyes nicaragüenses. Menos el extrañamiento, es decir, la pérdida de la ciudadanía y los derechos civiles, además de los políticos, por lo que llegarían a Norteamérica en condición de "apátridas", sin pertenecer a ningún país y, esto es, sin poder ejercer ni reclamar sus derechos ante nadie.
El obispo se negó subirse al avión y ahora es condenado a 25 años de prisión, más de lo que va a vivir Daniel Ortega. Habría que recordar que el prelado, siendo un joven de dieciocho años, sufrió varias detenciones al negarse prestar el servicio militar obligatorio.
¿El obispo está siendo condenado por participar, de manera lícita o no, en actos políticos? ¿o está actuando en el ejercicio de su derecho a la libertad religiosa? Esto necesita un análisis un poco más meticuloso.
En distintas situaciones y países obispos y sacerdotes ejercen sus derechos como ciudadanos a expresar su opinión. Esto inclusive puede considerarse un deber moral. Lo hacen en la búsqueda del bien común. Tal cosa se refiere a la convivencia ciudadana e incluyen valores y relaciones, pero también normas e instituciones. En democracia tal derecho es clave sea para concertar políticas en común o corregir abusos del tipo que sean. Puede tener el riesgo que se interprete como un apoyo tácito hacia alguna opción política partidista, pero en principio no debería ser así. Se quiere incidir en la política como convivencia de la polis (significa "ciudad" en griego"), sin que necesariamente siempre sea tan fácil.
Un ejemplo claro se produjo en las pasadas elecciones en los Estados Unidos. Un valor esencial para los católicos conscientes es el valor de la vida del no nacido (nasciturus). Esto desde el mismo momento de la concepción. Uno de los temas que enfrentó a Trump con Biden fue su posición frente al aborto. El primero manifestaba su oposición mientras el segundo su apoyo.
Sea por razones electorales o por convencimiento, ese fue un punto importante (y polarizante) de la campaña electoral. En el pasado se había dado con Obama a nivel interno. Por lo que quedaba la pregunta sobre por cuál candidato debía votar el creyente. Lo que sirvió para que se pasara a un siguiente nivel ¿autoridades religiosas, como obispos, o personas consagradas podían o debían mostrar abiertamente su apoyo a Trump? Algunos lo hicieron, pero tal cosa se consideró reprobable ¿Se deben inhibir sacerdotes y obispos de pronunciarse a favor de la vida, por la tolerancia o para no interferir en las elecciones? Seguro que no. Pero la línea entre lo que se puede hacer y lo que no es muy sutil. Pero, en principio, el pronunciarse sobre ciertos temas, que son políticos y morales, no solo es un derecho, sino hasta un deber para obispos y sacerdotes. Puede estar contenido en el Evangelio y debe mantenerse, así se sufra persecución o cárcel.
Libertad de culto y religión
Lo otro es si se está ejerciendo la libertad religiosa o se trata de derechos políticos. El punto es más sutil. La tolerancia fue un puerto de llegada para Europa en el siglo XVII. Luego de 30 años de guerras de religión, se firmó la paz de Westfalia en 1648. Con esto se regulaba el respeto por las diversas creencias cristianas, respetando las regiones prevalentemente católicas y las prevalentemente protestantes.
Pero, para el cristianismo, la libertad religiosa no es solo libertad de culto. No basta con que se puedan celebrar misas sin ningún tipo de acoso. Conlleva también la libertad para evangelizar, que está ligado a la libertad de conciencia, búsqueda de la verdad y libertad de opinión. En países con tradiciones religiosas distintas al cristianismo resulta complicado. En países de tradición religiosa debería ser comprendido que, además de la predicación dentro del templo, se aspira a la posibilidad de que existan escuelas y universidades católicas, centros de salud y hasta medios de comunicación. En la medida en que se amplía la presencia de quienes actúan desde la fe, en este tipo de instituciones, la incidencia en lo público es más explícito. Además de tantas personas que, en instituciones sin confesión religiosa u organismos del Estado, actúan desde la fe y no solo como personas de buena voluntad.
Sueldos y salarios: entre la fe y lo técnico

(04 Feb 2023) Hace ya varias décadas que algunos podíamos suponer soluciones fáciles a problemas complejos. En parte, además de vivir en un Estado petrolero, con un paraguas inmenso para acobijar a todos, la ilusión socialista influía considerablemente.
A ver. No me refiero a las últimas dos décadas. Me refiero a la influencia de lo social desde el inicio de la democracia, o sea, 1958. La socialdemocracia no es otra cosa que la versión y vía democrática del ideal socialista, de manera un poco más aterrizada. Y esa era la ideología de don Rómulo Betancourt. Puede que se renunciase a la revolución y que se fuese pluriclasista, como rezaba el partido por él fundado. Pero esa presión existió e influyó, más en un país sin problemas de chequera.
Basta recordar el manejo del boom petrolero en tiempos del primer Carlos Andrés Pérez. Luego de una expansión en la intervención del estado en cantidad de campos donde resultó ineficiente, creación de industrias deficitarias y subsidiadas no funcionó, se tuvo que renunciar a la política de substitución de importaciones. El mismo descenso de los precios petroleros en los años ochenta hizo que se tuviera que racionalizar un poco la economía.
Pero más se pareció a un "sálvese quien pueda" que a un proceso de transformación social. La solidaridad social se perdió, como cuando alguien se despierta de un sueño. Las clases pudientes se adaptaron, las clases medias se acomodaron y parecía que a las clases populares se les decía que tenían que conformarse con su suerte.
Pasaron los convulsionados años noventa. Luego, el Estado volvió a un boom petrolero en primera década del segundo milenio. La inversión fue malamente direccionada. Daba la impresión que más servía para enrocarse en el poder que para labrar un largo plazo. La diplomacia petrolera consiguió adhesiones en organizaciones internacionales. Pero del 2007 en adelante se fue resquebrajando la ilusión monoexportadora. Y ya estamos de vuelta teniendo que racionalizar la economía. Solo que con una crisis sin precedentes.
Normalmente referirse al Banco Mundial es pensar en el malo de la partida. Pero es este el que da, como referencia, que una jornada que se pague a menos de USD 2.15 (antes era de 1.95) es pobreza extrema (indigencia). Y plantea otras dos líneas, una en USD 3,20 y USD 5,50, siempre refiriéndose al ingreso diario. Lo que ayuda a pensar que la situación de los trabajadores en Venezuela, principalmente los públicos, los educadores y pensionados y jubilados (los que dependen del Estado), es alarmante. La mayoría de ellos no ganan ninguna de esas cantidades al mes (en 30 días). En esas familias es que se puede tomar el pulso de lo que significa "emergencia humanitaria compleja". Y son indicadores, que dicen mal del estado de salud tanto de la economía como de la sociedad en áreas muy diversas. Pese a que el tema de la pobreza sea, de por sí, difícil de medir. Por ejemplo, según la Encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano del 2022 (ENCOVI), la mayoría de las viviendas son de paredes de bloque o ladrillo, lo cual habla bien de la vivienda. Y, sin embargo, se es pobre en esas condiciones.
El Estado, que es el gran empleador en Venezuela, busca exculparse basándose en las sanciones. Pero estas comenzaron en agosto del 2017. Con anterioridad Obama había incluido a Venezuela como "amenaza", en un texto "oficial" que se utiliza para incluir cualquier país que así se considere, más allá de lo que pudiera implicar según los casos. Pero sin consecuencias concretas. Cuando Donald Trump inicia las sanciones, no solo la situación era de deterioro, que es la motivación también para las protestas del 2017, sino que había iniciado la emigración masiva o desplazamiento forzoso.
Con esto solo quiero recoger lo que está puesto en el informe de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, del 4 de julio de 2019: que el Estado erró en sus políticas y tampoco solicitó ayuda internacional. Esto es importante para entender que, a diferencia de los años setenta o de inicios del milenio, el Estado no puede subir a placer los sueldos y salarios sin caer en la impresión inorgánica de dinero, devaluación e inflación. El modelo debe variar, para conseguir resultados distintos. Hay un problema de políticas públicas, hay un problema macroeconómico y hay un problema de gerencia desde la administración pública. Es decir, hay un problema económico con consecuencias claras sociales que incluye la capacidad de consensuar políticas y no solo de ganar elecciones. Independientemente de quien las ganase, en condiciones ideales (abiertas y transparentes).
Por un lado, la sociedad venezolana, sea por el actual sistema vigente desde hace veinte años, sea por los antecedentes a principios de la era democrática, aspira a una seguridad social exigente. Cuestión que no se dio, pero que fue mucho mejor que la realidad actual. No siempre es posible consolarse con el corporativismo, pues no debería satisfacer aspiraciones por gremios, sino una cobertura de seguridad social universal (para todos los que viven en este país, además de la disposición de la jubilación de quienes pasan su vejez en el extranjero). Pero para ello hace falta una economía lo más sana posible, toda vez que no se depende de la misma manera de la explotación petrolera.
La transición hacia una economía donde la participación privada sea cada vez mayor es necesaria. Lo cual no significa que se deba proceder de forma precipitada. Por lo tanto, el Estado debería depender más de las tributaciones. Lo que no implica que deba inventar mayores y nuevos impuestos. Una economía sana es la que tiene un dinamismo que debe ser protegido en su libertad. Un cálculo sencillo es que, si se multiplican los intercambios económicos diarios, el ingreso al Fisco nacional será mayor. Ni siquiera se requeriría de la impresión de dinero, si un mismo billete pasa por varias manos un mismo día: en la mañana compró la empanada, al mediodía el vendedor pagó la deuda al proveedor de quesos, este cumplió con el transportista y al mismo tiempo le llegó el dinero al productor, como para ir reuniendo para pagar el préstamo (que puede ser alguna ayuda del Estado). Obvio que es una esquematización, pero busca retratar una situación ideal que, por supuesto, puede tener sus distorsiones.
Si bien se podría pensar que la solución no es inmediata, tampoco es una justificación para no hacer nada. Primero, se debe vislumbrar la situación ideal (que los sueldos y salarios, así como jubilaciones y pensiones sean suficientes). Luego hay que ver qué implica a nivel de transformaciones del esquema actual, con etapas y compromisos para todos los actores. Dicho proceso (o camino) debe ser lo suficientemente transparente como para que, más allá de las acciones inmediatas que se deban tomar en favor de los trabajadores y educadores (entre otros), los sacrificios restantes no se vean burlados.
Llamé a esta colaboración "Sueldos y salarios: entre la fe y lo técnico", porque ciertamente la fe exige que el trabajador gane lo suficiente como para llevar una vida digna. Para tal cosa, es importante (también es una exigencia desde la fe) que el fondo de jubilaciones y pensiones sea robusto y pueda cumplir con todos los beneficiarios, y no solo como trabajador o trabajadora activo. Ello implica transformar el sistema económico por uno que sea más robusto y dinámico. Y para ello hace falta que el Estado deje de ser el gran empleador y sea solo el gran recaudador e inversor en infraestructuras y políticas públicas. De nada sirve que haya una gran recaudación que solo sirve para pagar nómina y no mejorar la calidad de vida de quienes son venezolanos o viven en este país. Por lo que el Estado debe ser más eficiente.
La fe exige esto. Forma parte de la justicia social y el bien común. Parte de la visión humanista contenida en el Evangelio y recogida en la Doctrina Social de la Iglesia. La aplicación requiere de la intervención técnica y los consensos políticos, que no son de partidos políticos, sino de aspiraciones ciudadanas.
Los Derechos Humanos no puede ser una declaración de intenciones. Deben crearse las condiciones para su estricto cumplimiento.
El Derecho de los Menores

(29 Ene 2023) A lo largo de la Biblia hay una preocupación especial de Dios por aquellos que se hayan en condición de desventaja y vulnerabilidad. En parte, de esta forma Dios se revela como el Misericordioso. Así entran dentro de esta categoría los pobres, las viudas, los huérfanos y los extranjeros. Así lo recuerda el Catecismo, refiriéndose al pecado como responsabilidad personal:
La tradición catequética recuerda también que existen "pecados que claman al cielo". Claman al cielo: la sangre de Abel (cf Gn 4, 10); el pecado de los sodomitas (cf Gn 18, 20; 19, 13); el clamor del pueblo oprimido en Egipto (cf Ex 3, 7-10); el lamento del extranjero, de la viuda y el huérfano (cf Ex 22, 20-22); la injusticia para con el asalariado (cf Dt 24, 14-15; Jc 5, 4). (CEC 1867).
En el Levítico hay un texto que habla sobre el recto juicio en el sentido contencioso: no dar la razón al rico, por ser rico, ni al pobre, por ser pobre (Lv. 19,15). Lo cual tiene un acierto: no es cuestión ni de poder ni de lástima, sino de justicia. En el resto de los textos, siempre la preocupación es en relación con quien no tiene forma de hacer valer su derecho, o sea, los pobres y similares (mujeres, huérfanos, viudas).
En el Antiguo Testamento, la función del rey como representante de Yahvé Dios era la de preservar la justicia de acuerdo a la Alianza. Es decir, por motivos fundacionales, que implica a fe en Dios. Esto es, la fe con contenido y obligaciones, no la fe solo como actitud. En la mayor parte de los casos, tal cosa no ocurre: los ricos y poderosos abusan de los pobres y los débiles. En otras, como en el Exilio, todo el pueblo tiene esa condición preferencial para el amor de Dios.
En el Nuevo Testamento, particularmente en los Evangelios, se nota la misma preferencia, sin la cual sería complicado entender el mensaje de Jesús y del Reino. Tomando en consideración la situación en Galilea, donde gobernaba como tetrarca Herodes Antipas, la depauperación de la población era galopante. Así que, además de un sistema religioso excluyente con el pueblo llano, no conocedor de todas las prescripciones, o que debía transgredir preceptos secundarios para ganarse la vida, estaba la situación de los enfermos, tratados como pecadores; o las mujeres solas y los niños, sin la figura de un adulto varón que los representara desde la Ley. Herodes buscaba emular a su padre con el ornato de ciudades como Séforis o Tiberíades, en honor de Tiberio. Y ello requería un sistema de impuestos inclemente.
Tal situación conllevaba a que se perdiera las tierras en propiedad, algo tan preciado para un judío, pues era el equivalente a lo que para nosotros sería perder la ciudadanía. Y el riesgo de cárcel era razón suficiente para huir hacia las montañas y dedicarse al bandidaje. La narración de la parábola del Buen Samaritano ilustra perfectamente este caso. Tan importante, por cierto, que parte de la labor de Flavio Josefo, el escritor judío que narra como testigo sobre la sublevación de los judíos hacia el año 65, que como representante de la autoridad de Jerusalén en Galilea, tuve que vérselas con asegurar pactos de protección entre hacendados y bandidos, por razones de gobernabilidad, paz social y, sobre todo, vista la reacción que tendrían los romanos, cuando se aplacaran las revueltas de Roma. Y al inicio dicha sublevación judía, que terminaría con la toma de Jerusalén y la destrucción del Templo en el año 70, entre los primeros tumultos en la capital judía hubo quienes quemaron el registro de deudores en el Templo de Jerusalén.
Así que el contexto en que Jesús predicó, realizó curaciones y liberó endemoniados, no fue nada fácil, por lo que restarle importancia a su mensaje para que no toqué cuestiones vitales es injusto y acomodaticio. La relación con Dios, como Padre, incluye la relación con el otro como hermano… y en ocasiones como hermano menor.
Como esto se hace operativo en el siglo XXI, es harina de otro costal. Y si tocamos la particularidad de Venezuela, mucho más. En el siglo XX hubo quienes creyeron, desde la teología y la práctica pastoral, que ello implicaba cambios hacia un modelo de sociedad como los que había en el este europeo. Ya se lo había advertido Juan Luis Segundo a Assmann, que detrás de la cortina de hierro las cosas estaban lejos de ser ideales. La concentración del poder y la falta de equilibrios, entre otros aspectos como la sana dinámica económica, hizo que el experimento socialista no solo diera al traste, sino que se mostrara encubridor de toda clase de excesos y crímenes. Solo considerando la economía, como creación de bienes y servicios que, si bien son cuantificables, tienen el objetivo de satisfacer necesidades y no inflar números bancarios. Así que tenemos preguntas, pero no respuestas. Y toda respuesta será provisoria. Nada es ni puede confundirse con el Reino de Dios. Pero hay que hacer que se acerque lo más posible, inclusive en lo social.
La bondad del tema de los Derechos Humanos, para el creyente, es que intenta preservar el mínimo no negociable en ningún sistema político o económico. Plantea una tensión no solo hacia el ideal, sino también hacia el ideal realizable. En su clasificación, los derechos civiles y políticos son de absoluto cumplimiento (no puede haber, por ejemplo, elecciones medio transparentes, ni la gente puede estar medio viva o, para los creyentes, solo ciertas vidas humanas una vez concebidas tengan el derecho de vivir y otras no). Todo mejorable, pero que debe ser cumplido.
Distinto ocurre con los Derechos Económicos, Sociales. Culturales y Ambientales, cuya obligación es de comportamiento. Cada país tiene una realidad económica y social particular, con unos desafíos que implican procesos más lentos. Por esto un Estado puede estar haciendo su mejor esfuerzo en favor del Derecho a la Salud (el Derecho a la mejor salud posible), por los mejores salarios o el nivel educativo, sin ahondar en otros. Si no hay las debidas inversiones o políticas, pudiendo haberlas, el Estado estaría faltando a sus deberes. En el caso del derecho a la educación, ello implica la necesidad de docentes preparados, lo cual no se puede improvisar.
De ahí la importancia de los estándares internacionales, que son el mínimo que debe asegurarse, pero que debe sr progresivo. Por ejemplo, para el Banco Mundial, la línea de pobreza extrema está indicada por los que disponen de menos de USD 1.90 al día, mientras que entre 1.90 y 3.20 representaría pobreza moderada en un país que se tabule como de ingresos entre medios y bajos. Por lo que la meta no estriba en que la población disponga de unos ingresos por encima de los 3.20. Recuerdo haber leído que el ingreso debía ser, como mínimo, de USD 5 diarios. Por supuesto que hay otros factores de cálculo, como el precio de la canasta básica alimentaria, por ejemplo. Y así sucesivamente.
Quienes nos decimos ser seguidores del Nazareno, no podemos contentarnos con conservar la posibilidad de ejercer la libertad de culto. Es importante ejercer el derecho a la libertad de conciencia y opinión, que tiene que ver con contribuir en favor del bien común. Y esto siempre estará a un paso de la política, que son acuerdos de convivencia, participación y limitación del poder.
Por esto, no es indiferente para nosotros la visita a Venezuela del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk. Como tampoco que exista la amenaza de coartar la libertad de acción de las organizaciones de Derechos Humanos en Venezuela.
Divina Pastora de las almas…

(15 Ene 2023) Tan querido es el nombre de "Divina Pastora" como complicado de asimilar teológicamente. De hecho, la fiesta litúrgica se llama "María, la madre del Buen Pastor". Con lo cual pudiésemos quedarnos todos contentos y a raya… todos, menos el Pueblo sencillo de Dios.
Si la religiosidad popular representa una fuente de sabiduría, tal como la rescata documentos de la Iglesia y la Teología del Pueblo, no por ello la teología debe quedarse al margen. Todo lo contrario, debe preguntarse si es posible que diga algo.
Confieso que no soy mariólogo, es decir, especialista en la teología relacionada con la Virgen María. Sí lo son los padres Antonio Larocca y Javier Alson. A ellos disculpas si me meto en aguas profundas. Así que procederé con cautela, primero examinando hasta donde pueda el título de "Divina Pastora" y luego extrayendo algunas consecuencias desde la cristología (más cercana a mí) y la eclesiología (que rozaré con la debida delicadeza, pues no desenvuelvo en esa área quienes imparten esta materia en el Seminario).
El título de "Divina Pastora" es, por lo menos, equívoco. Es decir, se presta a confusión. Pues ¿qué entendemos por "Divina"? y ¿qué entendemos por "Pastora"?
Qué no entendemos es más fácil (y necesario) que lo que sí entendemos. Por ejemplo, por "Divina" no estamos afirmando una especie de naturaleza (o identificación) con la Divinidad, como si fuera Dios u otra persona de la Santísima Trinidad. Ni eterna ni nada de eso.
Por "Pastora" no queremos afirmar que lo sea al modo de Jesús, Buen Pastor, o que comparta la misión de los pastores ordenados en la Iglesia, pues no ejerció ese rol de dirección jerárquica ni presidió las Eucaristías (la Fracción del Pan, como se le llamaba a la celebración de la misa en las primeras comunidades).
Pero, para no quedarnos en una afectividad sin contenido, es importante avanzar. Es muy curioso, pero algo podemos aprender de los emperadores romanos. Ellos se consideraban a sí mismos como "divinos" y se exigía un culto cuyo fin era mantener la cohesión del imperio. Pero ser "divinos" no implica afirmar su divinidad, como sí ocurría en Egipto, donde los emperadores eran adorados como dioses. Era una consideración sobre su vinculación con la divinidad, su carácter sagrado. Podía verse como una elevación a lo divino, una vez que eran constituidos como emperadores.
Obvio que tal cosa no se aplica palabra por palabra a la Virgen María. Pero sí podemos considerar que lo de "Divino" radica no en su naturaleza, sino en la relación con Dios o como Dios la asumió. O sea, el "Divino" es Dios, que la eleva y la hace partícipe de su divinidad, lo cual es propio de la teología tradicional católica ("dioses por participación"), que es la manera como se entiende el pasaje de Juan:
Jesús les respondió: «¿No está escrito en vuestra Ley: Yo he dicho: dioses sois? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios - y no puede fallar la Escritura - a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: "Yo soy Hijo de Dios"? (Juan, 10,34-36)
Lo segundo, es referente al título de "Pastora". La imagen bucólica de la Virgen apacentando a las ovejas con Jesús es bellísima. Y espiritualmente cierta. Pero ¿María es tan pastora como Jesús es pastor? ¿María puede ser tan pastora como lo son los obispos y presbíteros (sacerdotes)? Son las preguntas y referencias cristológicas (Cristo) y eclesiológicas (Iglesia).
De nuevo, en el sentido estricto, María no sería "Pastora". Es decir, en la Escritura Jesús es el único Pastor. De ahí que el título oficial es "María, Madre del Buen Pastor". Desde el punto de vista bíblico, Jesús es el Buen Pastor según Jn. 10, que da la vida por sus ovejas (fue él quien murió en la cruz). En la Escritura la labor de hacer presente a Dios como Pastor ha caído en varones (reyes, Ez 34) y, en el Nuevo Testamento, les también correspondió a los que escogió Jesús, entre los varones, los apóstoles ¿Nos quedamos con esta respuesta?
Si bien la imagen de la Pastora pudo haberse originado en los poemas bucólicos de bellas pastoras en ambientes mitológicos, san Juan de la Cruz tiene un precioso poema llamado El pastorcico:
1
Un pastorcico solo está penado
ageno de plazer y de contento
y en su pastora puesto el pensamiento
y el pecho del amor muy lastimado.
2
No llora por averle amor llagado
que no le pena verse así affligido
aunque en el coraçón está herido
mas llora por pensar que está olbidado.
3
Que sólo de pensar que está olbidado
de su vella pastora con gran pena
se dexa maltratar en tierra agena
el pecho del amor mui lastimado!
4
Y dize el pastorcito: ¡Ay desdichado
de aquel que de mi amor a hecho ausencia
y no quiere gozar la mi presencia
y el pecho por su amor muy lastimado!
5
Y a cavo de un gran rato se a encumbrado
sobre un árbol do abrió sus braços vellos
y muerto se a quedado asido dellos
el pecho del amor muy lastimado.
Con la forma de escritura del siglo XVI, bien puede entenderse que habla de una "Pastora", que se referiría a cada alma, pero también al pueblo judío o a la humanidad. Tampoco está alejado de la Iglesia, si se quiere destacar el misterio de infidelidad en que pueden caer los bautizados, no como si se dudase de la presencia del Espíritu Santo. En la Escritura, el Pueblo de Dios del antiguo Testamento era comparado a una esposa (Os 3), que era infiel. En el nuevo Testamento, la Iglesia es esposa de Cristo, a quien su amor pretende (Ef 5,25).
Con lo que nos da algo de "cancha" para buscar un sentido "ortodoxo" a lo de "Pastora". Al final es más sencillo que toda la trayectoria recorrida. El Buen Pastor es Jesús y todos participamos de su dimensión pastoral de manera distinta, pues lo ministerial quedaría reservado para los ministros (obispos y presbíteros o sacerdotes), con competencia en la dirección-animación de las comunidades, la enseñanza "autorizada" y la santificación a través de los sacramentos (más allá de las excepciones, como cuando cualquier persona imparte el bautismo o, en el matrimonio, que los esposos son los ministros de su sacramento). Participación con Cristo-cabeza, en el símil de la Iglesia como Cuerpo de Cristo (1 Co 12,12).
Para los orientales, el misterio de María se clarifica en el misterio de Jesús. De hecho, nuestra Divina Pastora va con Jesús Niño. Es Jesús quien defiende las ovejas de los lobos, lo cual recuerda la compenetración de María con el misterio de Jesús, por estar plena del Espíritu Santo. Al final sino participa ministerialmente, ciertamente colabora. Quienes consideran que un título para María es que se le llame "Corredentora", que es mucho más atrevido si no se entiende bien, más fácil es que sea "Pastora de las Almas".
Que es lo que se puede entrever en el pasaje de Pentecostés de Hch. 1,14: ahí está María. Habría que recordar una especie de "principio de economía" en la Escritura: lo que dice, lo dice por algo, no en balde. Si destaca que allí estaba María, es porque esa presencia no era casual, como tampoco el recordarla. En ella hay un "pentecostés" adelantado cuando la Anunciación, inicio de la Encarnación: es decir, el Espíritu desciende sobre ella. En el segundo, el narrado en Hechos, el Espíritu adviene no sobre su cuerpo, sino sobre el cuerpo de la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, a la que ella pertenece.
Podríamos imaginarnos a María aglutinando y animando a aquellos discípulos, bastante atemorizados aún. Si bien no hay forma de probarlo, pero las culpas estarían a flor de piel, más en el caso de Simón Pedro. Por lo que la figura maternal de María, en palabras y gestos, ayudaría a que Pedro "confirmara la fe" (que es la misión propia de Pedro como cabeza del colegio apostólico). Los consolaría, confirmaría y aglutinaría a la espera del Espíritu. Ayudaría tanto al Buen Pastor como a los pastores. Así estos se abrirían al Espíritu,lo que ella, como mujer pneumática (llena del Espíritu Santo), sabía: "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38).
La relación de María con el misterio de Jesús y de la Iglesia puede darnos mejores luces para comprenderla como "Divina Pastora". Lo que hace considerar que, si bien en sentido preciso Jesús es Buen Pastor, la dinámica del pueblo de Dios es de corresponsabilidad en la misión, aunque se diferencien los ministerios.
En una oportunidad me tocó dar una reflexión a la Curia Arquidiocesana de Barquisimeto. Aunque no sé si fui lo suficientemente claro ni si se sentían tan impactados como yo, pero les decía que veía una semejanza entre la labor de ellos y la de la Divina Pastora. Ella colaboraba con Jesús, Buen Pastor. Ellos colaboraban con el obispo, como pastor arquidiocesano.
En estos tiempos de sinodalidad, de camino conjunto como Pueblo de Dios, el discernimiento y la toma de decisiones se hace en participación y corresponsabilidad, sin confusión de responsabilidades. Pero, aun en lo propio del sacerdote, también la comunidad puede velar colaborando con su ministro, reflejo de Jesús Buen Pastor. Esto sin tomar en cuenta, pues lo asumimos como obvio, la misión compartida de evangelizar y, la de algunos, ser animadores de comunidades y movimientos. Si no pueden actuar como Jesús Buen Pastor de manera plena, sí lo pueden hacer al modo de María, Divina Pastora.
RATZINGER, EL PAPA TEÓLOGO

(06 Ene 2023) No es fácil salirle al paso a la eventualidad del fallecimiento del papa Benedicto, acontecida el 31 de diciembre. Porque hacerle mención es más que obligatorio. Pero escribir unas líneas que le hagan justicia, es una tarea que me sobrepasa.
Nunca sabremos qué fue lo que perdió la Iglesia cuando al conspicuo profesor de Ratisbona se le hizo arzobispo de Múnich. Ni que se perdió cuando lo hicieron Prefecto de la Congragación para la Doctrina de la Fe. Parece cierto que pocas personas podían exhibir su currículo. Así que mejor ¡imposible! Pero ¿qué dejó de escribir? Ese es el dilema.
Para lo cual importa considerar que no es lo mismo ser un teólogo que un obispo. Y menos el obispo de Roma. Se podrá hablar con teológica. Pero el teólogo es siervo del método teológico, cuando el obispo lo es de la Tradición. Benedicto hizo teología, es cierto. Basta considerar la trilogía de Jesús de Nazaret. Pero nada más. Lo demás fueron intervenciones en los que pesó su carácter de Cardenal y Prefecto, y luego Pontífice. Que, como digo, fueron magistrales.
Así que, para alguien que desee conocer la teología de Ratzinger-Benedicto, en parte debe considerar las intervenciones oficiales, si bien dichas intervenciones están al servicio de confirmar la Fe y no indagar alcances o brindar propuestas novedosas. Claro que la teología debe estar al servicio de la Fe y, por supuesto, de la Tradición. Entendemos por Tradición no las costumbres repetidas de generación en generación, sino la asimilación actualizada de la Revelación por parte del Pueblo Santo de Dios, en comunión con sus Pastores, que recorren tiempos diversos a lo largo de la historia.
Lo cual no quiere decir que no estuviera marcado por el ansia de la cátedra o la investigación teológica, como consideró una vez que alcanzara la edad de su retiro. De hecho, ya siendo Papa acudió a Ratisbona e intervino como docente en un tema complicado para los ajenos, como fue las diferencias de la fe entre religiones como el cristianismo y el islamismo.
Pero Benedicto siempre fue un buscador. De hecho, la Fundación Ratzinger hizo un simposio sobre la trilogía Jesús de Nazaret cuyas ponencias se publicaron bajo el nombre de Los Evangelios: historia y cristología. La búsqueda de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. Indagar su teología, como líneas fundamentales y ceñidas a la Tradición, requiere la revisión también de sus intervenciones, de las más notables a las más modestas.
Pero un asunto a destacar del Papa-teólogo es su capacidad de diálogo. Como precepto tuvo mala fama. De hecho, personalidades como Leonardo Boff tuvieron que ver con él. O el caso de Jon Sobrino, criticado en un texto italiano de manera, me parece, infundada. Pero cuando llega al Papado, modifica algunas normas de la Congregación, que permiten a la persona que es investigada saber de qué se le investiga, como para fundamentar su defensa. Y el caso de Pagola, casi que execrado por la Conferencia Episcopal Española, acudió a la Congregación, cuando Ratzinger ya era Papa, y esta consideró que su obra Jesús, aproximación histórica no contenía errores doctrinales. Y el precepto fue el cardenal Müller, quien no parece conservar una buena relación con Francisco, pero que se consideró amigo del teólogo de la liberación peruano Gustavo Gutiérrez, y publicó algo con él. Ratzinger, siendo Cardenal, publicó una serie de intercambios con Habermas, director del departamento de sociología del Max Planck, uno de los tres institutos de investigación más famosos del mundo, pese a que este fuera ateo y de la Escuela de Frankfurt, del neomarxismo. Ya de Pontífice, invitó a Castelgandolfo al teólogo Hans Küng, para conocer su propuesta de una Ética universal.
Leer tanto al teólogo como al Papa siempre fue una delicia. Su prosa sencilla y amena, que no perdía profundidad; su vasta cultura, que lo hizo miembro de la Academia Francesa. Podía ser el argumento más empinado, que lo razonaba con una lucidez meridiana.
Es cierto que no pareció ser cercano a la teología latinoamericana, menos la teología de la liberación. Sin embargo, sus intervenciones en la Asamblea General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida han sido muy valoradas. Igual consideró que el método latinoamericano de lectura bíblica con el Pueblo de Dios era valioso. Si fue renuente con la teología de la liberación, fue por una generalización de la influencia marxista y por una reticencia ante la idea de la evolución lineal y positiva de la historia, propia tanto de Hegel, Marx como de Teilhard de Chardin. Siempre la historia puede retroceder. No siempre avanza.
Puede considerarse como pretexto que, estando de profesor en Tubinga, ocurrió el Mayo francés. Corrían el año 1968. Tanto la Revolución Sexual como la irrupción del marxismo, así fuese de la Escuela de Frankfurt, constreñían a los profesores a doblegarse ante él. Ratzinger prefirió la tranquila localidad de Ratisbona para seguir su carrera magisterial. Crisis epocal importante para el futuro Pontífice, pues luego considerará que, del relativismo intrínseco, derivarán los abusos sexuales a menores.
Por último, cuando nos despedimos del Papa-teólogo, queda la pregunta sobre el puesto de la teología para la Iglesia actual. Pues de teólogos que fueron inclusive retirados de sus cátedras vinieron parte de los aires del concilio Vaticano II. En el aula conciliar se debatieron cantidad de propuestas. Y, al principio, la referencia a la teología fue impulso para los años subsiguientes.
En la actualidad, lo dice Habermas, la influencia del intelectual es escasa en la sociedad actual. Otro tanto puede decirse de la teología. En ocasiones parece un ejercicio académico cuyo objetivo es cumplir un requisito académico para quien quiera ser ordenado sacerdote. Ya no hay debates. Al menos no como antes. No porque estemos más de acuerdo, sino porque no importa. Parece que volvemos a refugiarnos en las formas eclesiales tradicionales, sin renovación ni impulso. Pese a los esfuerzos de Francisco. A lo mejor algún día regrese la teología como un servicio para la comprensión de la fe. También como una manera apremiante para discutir cuestiones fronterizas, con el vértigo de quien desee ser fiel a Jesús. En parte la teología ha sido la responsable de su ostracismo, cuando se ha mostrado escasa de vida: no solo árida, sino también xerófila.
¡Feliz año para todos!".
Y EL VERBO SE HIZO CARNE

(24 Dic 2022)El prólogo del evangelio de Juan que proclamamos en la Eucaristía de cada 25 de diciembre tiene unos hermosos y siempre sorprendentes matices. La misa del día, quizás más serena que la de la noche, que juega con el elemento tinieblas y le da un toque de dramatismo, reposa sobre la contemplación del Verbo preexistente. Expresión que en el original griego traduce a Logos, y que tiene una polisemia, es decir, significados múltiples simultáneos.
De por sí el evangelista, para hablar de la preexistencia del Hijo junto al Padre, en vez de usar una expresión más cercana, se decanta por el Logos. De por sí se pudiera traducir como Verbo, pero también como Palabra. Incluso Sabiduría ¿Por qué no haber hecho las cosas más fáciles?
El prólogo sitúa al Verbo (voy a preferir este vocablo, para evitar enredos y que sea más reconocible en la biblias de los lectores) antes del inicio de todo y junto a Dios, al nivel de Dios y como Dios. Afirmación que para nosotros suena habitual, pero que, si nos situamos en el primer siglo y en un evangelio que se expresa en un griego con reminiscencias arameas, resulta escandaloso. El solo Dios, el Único, no está solo, sino con alguien a su nivel y que es Dios. Evidentemente que estamos lejos de la fórmula del credo, del siglo IV, por lo que la expresión no es fácil de digerir, por más que en las comunidades la línea apostólica confiesa a un único Dios. Así que podía sonar rudimentario el balbuceo entre las referencias a Dios y al Verbo, o sea, su Hijo.
El prólogo sitúa al Verbo al inicio de la creación, como creador con o, por decirlo así, cocreador. Ya aquí se despega insinuaciones que evocan, por ejemplo, a la personificación de la Sabiduría como "ayudante" de Dios en la creación. Dicha personificación es un recurso literario para decir que Dios crea sabiamente, lo cual está impreso en sus creaturas. Sabiduría no implica arrogante superioridad, sino graciosa ejecución. En la península (España), graciosa se entendería como gratuita, dado con beneplácito, no como chistoso. Pero además con una belleza tierna, que cautiva en su simplicidad. Decir que la creación está llena de la sabiduría de Dios, es que puede descubrirse piadosamente y con la razón. Y nos conseguimos con primer despliegue de significado, pues se abre a cosmovisiones diversas del judaísmo.
Para la ética griega de los que buscaban bien vivir, evitando los excesos, había en la naturaleza una especia de ley o de lógica, que debía ser respetada. Tenía su Logos. Parte del saber vivir consistía en adecuarse a esa lógica, evitando, por ejemplo, los vicios. Por supuesto que la postura de los filósofos, desde los que consideraban al ser humano desde una perspectiva materialista (los estoicos) hasta los más espirituales (los neoplatónicos), para los cuales esa lógica o logos estaba en lo material o en lo espiritual, la actividad intelectual o reflexión era fundamental. Inclusive el acceso a las cavilaciones desde el punto de vista de la razón podía ser equiparadas a la salvación.
Afirmar que Jesús es el Logos encarnado era, además de una forma de asomar lo que llamaremos la segunda persona de la Trinidad, expresar en esa terminología la realidad de Jesús y, a su vez, proponerlo como el auténtico Logos. Todo esto desde el libro de la Sabiduría y considerando que el recurso literario de la personificación terminó siendo real.
Otro matiz es considerar el Verbo no solo como acción, que está muy bien, sino como Palabra ejecutante. Ello vuelve a retomar el aspecto de la creación, pero también de la redención. Dios redime con su Palabra (o Verbo), porque es eficaz y hace lo que dice. Es un recurso para evitar afirmar que Dios, que es espíritu, tenga manos para hacer las cosas o enfrentar a los enemigos de Israel. Al final es la Palabra, que es Verbo. Al mismo tiempo, Jesús cura y libera por su palabra, porque Él es la Palabra actuante, el Verbo.
Pero la palabra es tan sutil, que es aliento. Y el aliento de Dios (ruah) es el que infunde la vida en Adán. Pero así se puede considerar algo tan sutil, que sale (se exterioriza) por la boca de Dios. Dios pronuncia su Palabra y así se van creando todas las cosas. El Catecismo aludirá a esta figura como una para hablar de la Trinidad en la creación (CEC 707)
Pero, por otro lado, Jesús es la Palabra, en el sentido de Dabar (la Palabra de Dios) y debarim, las palabras de la Alianza: Él es la Alianza del Dios con nosotros… "y los suyos no lo reconocieron".
ENCARNACIÓN Y KÉNOSIS

(12 Dic 2022).Nos acercamos al 25 de diciembre. Celebramos ese día, como bien sabemos, el nacimiento de Jesús. El mismo texto del prólogo del evangelio de Juan, de ese día, nos habla de la Encarnación. Cuestión que podría remitirse al 25 de marzo, 9 meses antes, cuando celebramos la Anunciación del Señor y, por lo tanto, la concepción del Señor en el seno de la Virgen.
Esa lectura, la de Jn. 1,16, dice que "el Verbo se hizo carne". Algunos traductores prefieren traducirlo por "el Verbo se hizo hombre". Lo cual amplía y oculta la comprensión. Por lo que también pudiese traducirse como "el Verbo se hizo humano", para plantear todo lo que es propio del ser humano y ampliarlo a la realidad del varón y de la mujer, abarcando todas las edades y realidades.
Puede que quede oculto, puesto que lo tradicional es dotar al hombre Jesús de "superpoderes" divinos (es lo que algunos entienden cuando actúa como taumaturgo), que la palabra griega traduce no carne trémula ni pellejo, cuerpo o biología, sino la condición de vulnerabilidad del ser humano, que lo hace ser sacudido por las circunstancias de la vida, estremecerse, enfermarse, sentir hambre, calor, necesidad, languidecer y morir. De tal manera que asume aquello de lo que no nos enorgullecemos ninguno de nosotros. Todo, menos el pecado. Todo, incluso la tentación.
A partir del siglo II y bien entrado el V, con prolongaciones menos relevantes, esto que llamamos encarnación se fue queriendo esclarecer. No fue una reflexión lúcida y lineal, sino plagada de errores bienintencionados, pero errores con consecuencias tremendas de haber prosperado.
La primera posición, queriendo simplificar, fue la de considerar a Jesús solo como un hombre más, puede que un profeta. Quienes provenían del judaísmo se sentían cómodos con esta perspectiva, pues salvaba la unicidad de Dios. Otros, que fue un hombre que en el momento del bautismo fue "adoptado" por Dios. En realidad, pronto se desechó como problemática.
Más bien, con el tiempo, la preocupación que ganó cancha fue qué tan humano habría sido Jesús. Y, ligado a esto, que tan divino había sido. En cuanto a lo primero, las propuestas partieron desde la simple apariencia, sin nada de realidad, hasta una humanidad carente de inteligencia o voluntad humana, sino solo divina. Lo segundo, se consideró que su divinidad era de segundo grado, por así decirlo: se trataba de la primera creación del Padre, siendo un dios creado, si bien superior a las criaturas, pero no eterno. No faltó quien propusiera que lo humano y divino discurrían en paralelo, como si fueran dos personas distintas, el humano y el divino.
Todo este proceso, que normalmente se cataloga como "reflexivo", en realidad habría que considerarlo "meditativo", en el sentido monacal. O sea, no es una reflexión aséptica y cerebral sobre un escritorio o inmerso en una biblioteca de alguna institución académica de renombre. Fe reflexión, o meditación, desde el camino, teniendo en cuenta la historia y la fe de las comunidades, que incluyen la relevancia de la liturgia. Es una reflexión con el trasfondo de la oración, si no queremos traicionar la autenticidad de la Tradición afirmando, de manera anacrónica, un absolutismo de la razón. Constituiría el sitz und leben desde donde se elabora la reflexión, o sea, la situación y vida (catequesis, liturgia, respuesta a las herejías, todo esto escudriñando las Escrituras).
Como resultado se elaboran los símbolos de la fe que aun hoy en día recitamos en la misa (cuando hacemos el largo, pero el corto también subraya lo esencial). El concilio de Calcedonia, de 451, es el que de manera magistral define y afirma, sin explicar sino estableciendo los límites de la ortodoxia, la doble naturaleza de Jesús, perfecto en su divinidad y perfecto en su humanidad, sin mezcla, ni confusión, ni absorción de una por la otra, en una única persona divina.
Con esto se va llegando a una primera conclusión irrenunciable: lo humano ha sido elevado a lo divino. Tanto, que la reflexión soteriológica explica la salvación como una elevación de lo humano a lo divino. Por lo tanto, los seres humanos son elevados hasta la altura de Dios. Cosa que debe entenderse como una elevación en dignidad y "paridad", desde donde hay que entender la expresión "ser hijos de Dios por adopción", de san Pablo, y "ustedes serán dioses", que dice Jesús en el evangelio de Juan.
Como recuerda el Prof. Rafael Luciani, en Jesús se da un mesianismo asuntivo: asume lo humano y lo eleva en su ascensión a la altura de Dios, concediéndole estatus de eternidad. La primera que participa perfectamente de este movimiento es la virgen María, que es la primera asunta y de manera del todo distinta al resto de la humanidad, sin que la diferenciación niegue la conexión de los bautizados con ella.
La consecuencia de esto es la frase que utiliza y se le atribuye a san Ireneo, aunque tenga otras procedencias: lo que no es asumido no es redimido. Todo lo humano ha sido asumido en Jesús, para que adquiera la dignidad de lo divino, luego de ser purificado de los restos del pecado. Allí podemos afirmar que, por el hecho de su Encarnación, toda actividad y realidad humana ha sido asumida y purificada, por lo que el trabajo, la educación, la cultura, el arte, la economía, la cultura, la política, el amor humano… todo ha sido asumido a la altura de la dignidad de Dios.
La segunda consecuencia del movimiento encarnacional del Verbo está ligada a la llamada kenosis o abajamiento, que se describe en Flp. 2-6-11. O sea, el Verbo no solo se encarna, sino que se despoja de su "condición divina", para adquirir la condición de "siervo" (la palabra "esclavo" es posterior, pero significa lo mismo). Y someterse a la muerte, "y una muerte de cruz", la más humillante del mundo antiguo, propia de esclavos y rebeldes. El movimiento kenótico hace énfasis en lo que ha venido descuidado por la búsqueda de precisión en cuanto a la realidad o naturaleza de la Encarnación, y es su dimensión de servicio a los últimos y desde los últimos, y muerte de cruz. Jesús no se encarna para vivir en un palacio o para ser agasajado, sino para servir y dar su vida por muchos.
La Encarnación conlleva no solo que Jesús no es ser humano en abstracto, sino dentro de un pueblo y una cultura, con sus costumbres, creencias y prácticas religiosas. Y, en esa situación y cultura, se identificó a abajó hasta los últimos, por lo que su kénosis no se limita a hacerse hombre, sino a hacerse hombre empobrecido. Quien no tenía dónde reclinar la cabeza seguramente tuvo un hogar en Nazaret y hasta un espacio donde trabajar, más allá de cómo él y san José ejercieran el arte de la carpintería. Jesús deja todo esto al hacerse un predicador itinerante, debiendo conformarse con el hospedaje que le ofrecían y las ayudas que le dieran, por ejemplo, las mujeres y las viudas.
La Iglesia tiene la particularidad de ser Cuerpo de Cristo, para usar la expresión neotestamentaria, que asume el concilio Vaticano II. Habría que recordar que es enviada al modo de Jesús. Que prolonga en la historia la presencia sacramental de Cristo, y no solo ni primeramente en la Eucaristía. El cristiano era crismado (ungido por el santo Crisma en el bautismo -y confirmación) para ser otro cristo (que significa ungido). De ahí que la Iglesia, a su manera, debe asumir la lógica de la Encarnación y de la kénosis, asumiendo la cultura y la historia de los pueblos, haciéndose servidora y dando prioridad a los pobres. En el amor-servicio ocurre la purificación de las culturas, que es más que en la predicación, cuestión reservada regularmente para los clérigos y afines. Si el pueblo de Dios, que es santo, es plurivocacional, esa pluralidad debe reflejar la cercanía del Dios de Jesús hacia los pobres, no por exclusión, sino como lugar de inclusiva universalización.
Recordaremos el nacimiento de Jesús en el pesebre. Nos dará de qué pensar su pobreza. De forma distinta y sin pauperismos, todos debemos reflejar el movimiento encarnacional y kenótico que debe hacer la Iglesia, como enviada por el Señor.
INTELLECTUS AMORIS

(04 Dic 2022).La expresión proviene de Jon Sobrino. Toma impulso de la expresión medieval intellectus fidei (inteligencia de la fe o la fe razonada o comprendida), de san Anselmo (fides quarens intellectum, la fe en cuanto entendida) y asumida por santo Tomás. La llamada teología de la esperanza, de la que se derivan luego las teologías políticas, lo reeditó como intellectus spei, la teología como "inteligencia" de la esperanza. Jon Sobrino busca proponer una teología del intellectus amoris o intellectus misericordiae.
1. Fides intellectus
San Anselmo (1033-1109) supuso la entrada novedosa de la razón en la llamada teología monástica, que es esa explicación de la fe aplicada a la vida de los monasterios. También se le llamaba teología sapiencial, en el sentido de que su intención era ayudar a vivir con sabiduría: que la fe tuviera" sabor" (donde proviene la palabra sabiduría). Buscaba ayudar al aprendiz (el iniciado) a adentrarse en el misterio de Dios y su transformación interior. La referencia a la Palabra de Dios era clave, pero era común la interpretación simbólica o alegórica, para encontrar aplicaciones mistagógicas (de introducción en el Misterio de Dios para los monjes).
Anselmo busca acercarse a la fe desde la razón, no porque quisiera ponerla en duda. A través de otra óptica, con preguntas diversas, el abad buscaba elevar la mente a Dios, que es una forma de definir la oración. O sea, las preguntas llevarían al asombro por la majestad divina. De hecho, aunque cabalgue sobre la razón, su estilo (muy agustiniano) es de un diálogo amoroso a partir, por ejemplo, de los atributos divinos.
En la medida en que se abren paso las escuelas monásticas y catedralicias que derivarán en las universidades, la razón aplicada a la fe tendrá más importancia y gozará de un método más refinado. Cierto que se hará en base a concepciones de tipo platónicas o, en caso tal, los razonamientos de autoridades como san Agustín. De ahí que Pedro Lombardo quiera compilar en Sentencias las referencias a lo que dijeron personalidades de antaño. Con el descubrimiento de las obras de Aristóteles y la superación de formas de interpretación de este filósofo polémicas con la fe, se gira un poco más la rueda de la razón para abordar la fe. Cuestión está que hará a exponentes, como san Buenaventura, a oponerse a los admirados planteamientos de su amigo santo Tomás y todos aquellos más radicales, que asumían categorías novedosas de la novedad filosófica.
Así el sistema tomista, cual edificio, estaba dotado de unas bases razonables que, por supuesto, presuponían la fe. Por cierto, que, por ejemplo, cuando santo Tomás se dirige a los gentiles (o sea, a los judíos o musulmanes), su razonamiento no se apoya en fuentes propias de la fe cristiana, para propiciar un auténtico diálogo y acercamiento. Distinto caso a la Suma contra los gentiles es la Suma Teológica.
Durante siglos, y debiendo enfrentar, por ejemplo, los embates de la Reforma, del racionalismo o la Ilustración, el planteamiento (no siempre "glorioso") de la teología fue centrarse en las declaraciones solemnes de la fe, que llamamos dogmas, y cualquier otra intervención del Magisterio (lo enseñado con autoridad por el Papa o lo definido en los Concilios). Se omitía la referencia a la Sagrada Escritura, Tradición, Patrística y hasta Liturgia, sin consideraciones relevantes hacia la historia, solo con un par de excepciones en el siglo XIX. de lo enseñando por la Iglesia y, por lo tanto, lo que contiene las definiciones de fe. Sorprende ver cómo fue posible en el siglo XIX que se iniciara, en este ambiente, la Doctrina Social de la Iglesia. Desde el concilio de Trento la preocupación había sido en preparar en los seminarios para la "cura de almas".
El modelo de comprensión de la fe, con tantas limitaciones, sin embargo, sirvió para consolidar de manera esencialista, por ejemplo, los sacramentos: qué es propio del sacramento tal (por ejemplo, la Eucaristía), sin lo cual este sería inexistente si faltase. Esto pudo permitir que se adoptara una normativa para proteger ese mínimo indispensable, sin el cual no habría sacramento.
2. Intellectus spei
La teología de la esperanza propuso razonar la fe desde la esperanza, o la esperanza en sí misma, como motor de la vida cristiana. Toma impulso de Ernst Bloch, un marxista expulsado a raíz de sus propuestas "heréticas" según la Internacional Comunista. El consideraba que lo que mueve la acción humana de transformación es la esperanza (no las fuerzas dialécticas de la historia, que implica la lucha de clases). Así que, teniendo en cuenta que es una de las virtudes teologales y que Pablo la nombra en 1Co 13, resultaba apropiado para el abordaje de la teología. Claro que el cambio de acentos implicaba una crítica hacia una manera quizás abstracta de razonar la fe, sin consecuencias históricas.
Por tal razón quienes iniciaron reflexionando sobre la Teología de la Esperanza, prosiguieron luego con teologías políticas, sin que ello implique la politización de la política, sino las consecuencias para la convivencia y el ordenamiento social. Es cierto que se parte de la premisa de la situación de "pecadosidad" de las formas presentes de organización social que toleran y protegen la injusticia (no de impresiones, sino de patrones y estructuras comprobados, que normalizan comportamientos contrarios al bien común). La oposición cristiana en razón de su fe lo lleva en esperanza (tanto de vida eterna como de futuro mejor) a buscar cambiar estas situaciones.
3. Intellectus amoris
Jon Sobrino desplaza el centro de atención teológico hacia el amor o la misericordia. Si bien se podría decir que intellectus amoris o intellectus misericordiae son intercambiables, contiene acentos distintos. La misericordia, que su etimología incluye al corazón, añade el aspecto de acercamiento compasivo ante la miseria sufrida por otros, particularmente los más vulnerables. Intellectus amoris puede parecer más amplio, pero al final se trata de identificar lo que mueve la vida cristiana en cuanto a caridad fraterna (caridad como amor interesado, que es su acepción en latín, no como ofrenda de limosnas ni de sobrantes). O reflexión sobre la praxis cristiana, que debería ser el amor en contexto.
La misma teología de la liberación, de la que Jon Sobrino es representante, dice partir de la praxis de cristianos que, a partir de su fe, buscan transformar las estructuras que producen pobreza, opresión y marginación. La motivación principal, que en teología es una moción del Espíritu, es el amor y no el cálculo inmediato de revertir el presente. Se hace motivados por el deseo (puesto por el Espíritu) de seguir a Jesucristo en la historia concreta. Cuestión que hace que cambie la manera de concebir los campos de la teología. Para la línea teológica de Jon Sobrino la praxis del Evangelio es clave y se traduce como amor. Más allá de la relevancia para su propuesta teológica, creo que es capaz de articularse adecuadamente con otras teologías de otros hemisferios. Baste recordar que la encíclica inaugural de Benedicto XVI justamente versaba sobre el amor en su dimensión más profunda que, por supuesto, debía generar una manera de ser Iglesia (comunidad de creyentes) en el mundo. Nos sentimos urgidos por el amor de Dios, diría san Pablo. "Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron. Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos." (2Cor 5,14-s5).
Seguimiento de Jesús y justicia: un movimiento que desborda el espacio litúrgico

(27 Nov 2022) Me dan la oportunidad de colaborar con una columna semanal en este portal arquidiocesano. Cuestión que es un honor. En cuanto a la temática, parecería obvio que fuese sobre Derechos Humanos (DDHH), pues he sido vicario para estos en Barquisimeto y tengo formación en este campo. Pero en realidad mi formación, desde hace tiempo, ha estado centrada en la teología y, de manera más concreta, en cristología. Desde este eje, sin eludir temáticas, pretenderé aportar algo.
Claro que el tema de los DDHH es fundamental en sí mismo. Ya lo decía Kant: el ser humano nunca es un medio, siempre es un fin. Bien habla de la dignidad que no puede ser usada o pisada para conseguir otros fines. Sin embargo, debo confesar que lo que haya habido de empeño en mí por los DDHH, ha tenido como motivación añadida el seguimiento de Jesús, encontrarme con Él y, dentro de la tradición latinoamericana, orar y reflexionar mi fe (la fe de la Iglesia) desde allí.
Jon Sobrino en su caso plantea la irrupción de los pobres y los mártires. Carlos Mendoza-Álvarez habla de víctimas sistémicas. Desde hace varios años se ha abandonado la consideración de que la "salvación" de los pobres debía ser un logro inmediato propio y exclusivo de cuando la izquierda fuese a ser gobierno en la región. Al final los pobres siempre son los olvidados o los utilizados, por gobiernos de diversas tendencias. Es lo que plantea la etiqueta de "populismo". Los descartados, en palabras del Papa Francisco.
Si bien siempre me motivó ejercer mi ministerio cerca de los pobres, por razones diversas aprendí a ver y explorar solidaridades desde otros lugares del espectro social. Esto permitió intentar ver en la práctica lo que Clodovis Boff llamó Pastoral de la clase media: como seguir teniendo como referencia al Dios Padre anunciado por Jesús y a los pobres como los destinatarios privilegiados de su Reino. También tuve la ocasión de apoyar a una asociación civil avocada a la atención y concientización sobre la depresión. En ese contexto tuve el privilegio de acompañar y establecer lazos de amistad con la comunidad conformada por los vendedores ambulantes, que escoltaban a la imagen de la Divina Pastora en el recorrido parroquia tras parroquia. Además de permanecer a un país empobrecido como Venezuela, con la crisis humanitaria compleja.
En este contexto, en el 2017 se me dio la oportunidad de conocer y tratar con víctimas de excesos de los órganos de seguridad del Estado (incluso víctimas fatales). También de conocer la situación y exigencias de grupos con carencias en los servicios de agua, luz, salud… con el riesgo de ser alcanzado por la represión por protestar por la carencia del gas… y morir.
Recuerdo el caso de un joven campesino, padre de tres niños, del municipio Crespo. En una madrugada, luego de ordeñar unas vacas, lo alcanzó la muerte. Iba a pasar por casa de sus padres, para dejarles algo de leche, cuando murió electrocutado. Debía ser una noche sin luna, cuando se lanzó por la pica entre árboles y sembrado de maíz, como siempre hacía, ni no fijarse en el cable de alta tensión que yacía en el suelo. En Venezuela no ha habido mantenimiento del tendido eléctrico que se extiende por los campos, menos sustitución de los cables deteriorados. Por lo que pareciera que, ante esto, es más barata la vida de un campesino.
Desde este contexto he pretendido seguir a Jesús y, dentro de lo que pueda, pensar con teología. No solo Él le otorga un carácter divino a lo que ya tiene de digna la vida humana. Se trata, por decirlo así, de intentar no haber perdido el tiempo en la Iglesia (ni habérsela hecho perder a ella) por dejar escapar y postergar lo realmente fundamental.
Ello significa que coloco la presencia de Jesús (el Cristo) en el espacio de real, en el sentido histórico y social. Lo existente es, en todo momento, alcanzable en la existencia y no solo en el espacio cultual. Lo sagrado que es la vida se haya fuera del espacio sagrado.
El desafío, por supuesto, es liberar a Jesús de un discurso que lo confina al lugar de culto, "sagrado" en el sentido de separado de la vida. Cuestión criticada por Pedro Trigo, cuando lo califica de paleolítico, juego de palabras que significan paleo, viejo o antiguo, y litis, piedra. Es una manera de referirse al culto del antiguo Testamento, centrado en el templo y altar de piedra, y contrastarlo con Jesús que los sustituye ocupando su lugar. De ahí que, para él, la lógica de la Eucaristía en la del banquete entre hermanos.
Estos desafíos no son fáciles de acometer. Si bien hay una transmisión de la fe dentro de las familias creyentes, los espacios habituales que la gente identifica con lo religioso son los relacionados con el culto. Puede que para algunos exista la experiencia de los grupos o movimientos como lugares de experiencia de fe. O la asistencia frecuente a la catequesis como espacios cercanos al templo, pero no cultuales. El contexto frecuente para muchos es la misa, la Eucaristía. Así que es fácil que Jesús pueda ser un tema más de la predicación, posiblemente el central, pero preocupada por congregar, motivar o emocionar al mayor número de feligreses.
Es necesario predicar para otras prácticas y otros contextos no cultuales. Inclusive para facilitar o recoger la vivencia de los cristianos en diversidad de circunstancias y estados de vida. Por supuesto que no se trata de renunciar a los espacios de congregación y culto, pues son acordes a la necesidad de re-ligare (religar, es decir, de religión, relacionarse con lo Sagrado) y con espontaneidad la gente acude cada semana. Por supuesto que es necesario una cultura litúrgica más refinada, comenzando por los mismos pastores, para interpretar y proponer los símbolos que acompañan los sacramentos (tanto los introductorios como los explicativos), con las referencias bíblicas necesarias y su relación referencial a la vida, que implica la cura de la belleza.
Lo cierto es que el Evangelio de Mateo (9,10-13; 12,1-8) recuerda lo que dice el profeta Oseas 6, 6-7: "misericordia quiero y no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos". Sería triste que esta expresión tuviera vigencia para quienes acuden a la "Cena del Señor" y son indiferentes a su presencia en la vida, particularmente de los pobres y de las víctimas.
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